SI ME PERMITE
La corrupción se forma y se evita con la voluntad
“Nadie puede corromper ni purificar a otro, somos nosotros mismos responsables de nuestra propia purificación”. Buda
Cuando entendemos y aceptamos que la corrupción es un estado que una vez que se involucra en ello, no solo es irreversible sino que también se vuelve imposible de quitar la mancha que esto deja en uno. Claro que uno puede poner un punto final a ello y no volverlo a practicar, pero siempre le quedará el capítulo vivido en el pasado.
Esta realidad nos obliga a aquellos que estamos encargados de la formación de los que nos seguirán en la vida, tenerlo presente e inculcarlo para que se pueda evitar este mal antes de tener que enmendarlo. Claro está que hace falta mucho carácter para resistir la tentación que la corrupción ofrece, pero los principios y las normas que manejamos serán las que nos indiquen cómo evitarlo.
Nuestras vidas pueden ser mucho más productivas y ejemplares cuando pensamos en el mañana mucho más de lo que puedo ganar hoy, porque lo de hoy habrá de determinar lo que tengo que lucir mañana. Tristemente los que se dejan atrapar en la corrupción nunca se toman el tiempo de pensar en el legado que están dejando, sino en lo que puedan aprovechar en el momento. Nuestros actos y nuestras decisiones terminan haciendo historia que será parte de lo que nuestros seguidores tendrán que llevar.
Es innegable el valor que tiene una vida vivida con claridad y con ideales dignos de ser imitados porque fueron elaborados no en intereses temporales sino en valores eternos. La historia que nosotros heredamos tiene una amalgama de una variedad de comportamientos de donde podemos escoger si habremos de repetir errores de otros o bien escogeremos las normas de excelencia aunque en el presente se nos critique por no saber aprovechar las oportunidades.
Es muy fácil observar y criticar a terceros en la corrupción que se están involucrando, pero es difícil examinar nuestros propios actos y evaluarlos si nosotros también no estamos de alguna manera involucrados en conductas similares, aunque no sean actos públicos los nuestros. La vida vivida con una transparencia meridiana nos permite poder enfrentar el juicio que nos confronta porque sabemos que seremos librados de cualquier acusación.
Cuando aceptamos que la vida es como una cadena de detalles insignificantes que aparentemente nadie observa pero esta al final está formando con eslabones que parecen de lo más insignificante lo que estaremos evaluando, son los detalles d nuestras acciones mucho más que los logros que queremos alcanzar. Porque la suma de los detalles de nuestras acciones determina nuestro perfil, es decir lo que proyectamos, pero también nuestra manera de ser.
Lo que debemos definir cada uno de nosotros es que vida vivimos y tener claro quién nos estaría invitando a involucrarnos en asuntos de corrupción. Porque si somos consecuentes con los principios que anunciamos, difícilmente se nos ofrecerán oportunidades que no tienen una claridad de comportamientos ejemplares.
En estos días, en los que se cuestionan las normas básicas para acomodarlas a intereses personales, nos hacen falta muchas más vidas ejemplares que reclamos que se hacen a terceros, porque nuestra manera de hacer las cosas podrá ser una auténtica denuncia con los que no son honrados en su modo de ser.