TIERRA NUESTRA
La esperanza política está presente
La acelerada descomposición del sistema político guatemalteco —golpeado certeramente por las investigaciones que realizan la Cicig y el MP— nos aporta la extraordinaria posibilidad de aprovechar esa brecha y con ello fundar y apuntalar un nuevo modelo basado en la honestidad, la capacidad y el compromiso nacional. Para darle viabilidad a esto último es necesario que se articulen varios elementos fundamentales: 1. Un nuevo liderazgo político. 2. Una sociedad políticamente comprometida. 3. Una expansiva y sólida organización social. 4. Altos niveles de participación, antes, durante y después de los procesos electorales. No obstante el desafío puede revelarse a partir de dos ejes principales: el surgimiento de ese nuevo liderazgo político y la forma viable para que la sociedad logre organizarse. Liderazgo político pujante y energía social en movimiento constituyen la ruta correcta.
Las redes sociales plantean un extraordinario escenario para percibir las demandas ciudadanas en torno a la política. Lo mismo ocurre con las apreciaciones diarias que como guatemaltecos expresamos o escuchamos. He llegado a la conclusión de que un requisito ineludible exigido por toda la población es el surgimiento del nuevo liderazgo. Otro requisito —muchos se preguntan cómo hacerlo— es establecer y potenciar la organización ciudadana con objetivos políticos. Respecto de lo primero, considero que en Guatemala hay muchos líderes, quizá no tantos con la capacidad política para dirigir la operatividad de los cambios, pero sí con una experiencia en organización, deseo de participación y preparación profesional en múltiples campos. He tenido contacto con personas mayores, algunos con profesiones no vinculadas a las ciencias sociales que me indican su deseo de hacer un aporte político desde donde les sea posible, muchos de estos expresan que su mayor preocupación es el futuro de sus hijos y sus nietos. En el otro extremo etario he tenido contacto con jóvenes que se muestran entusiasmados por participar. Es importante anotar que las áreas urbanas presentan un déficit al respecto, pero es de resaltar que muchos jóvenes, especialmente campesinos del altiplano, han fortalecido sus niveles de organización y participación en múltiples y diversas organizaciones —ambientales, de género y cooperativas, entre otras—. Lo anterior, en lo personal —a pesar de la compleja y a veces desanimada realidad que vivimos— me genera mucha satisfacción y apuntala la esperanza de que, como pueblo, sí tenemos liderazgos y muchas personas sanas y trabajadoras dispuestas a sumarse a la tarea de construir un mejor país. Y todo ello, a través de una participación política decidida y directa.
El desafío inmediato es tener nuevos y calificados candidatos políticos para la presidencia, las diputaciones y las alcaldías. Que estos posean propuestas bien establecidas y fundamentadas. Simultáneamente, debemos crear organizaciones sociales orientadas al fortalecimiento del poder ciudadano, todo sostenido en la fiscalización y la constante participación. No dudo —porque lo sé— que pronto saldrán a luz esperanzadoras propuestas que iluminen ese latente anhelo que todos tenemos tras el objetivo de construir una nueva Guatemala. Renunciar al pesimismo, levantar nuestros ánimos colectivamente y ponernos a trabajar por el cambio es nuestro mejor aporte. La historia no nos da más opciones. El derecho a soñar despiertos no nos lo quitará nadie. Veremos nacer una nueva Guatemala, justa, equitativa y democrática. La brecha ya se abrió. En esta tarea cada ciudadano cuenta, y la unidad es el camino.
manuelvillacorta@yahoo.com