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La influencia política de la Usac
En el 2014, la Dirección General de Investigación (Digi) de la Universidad de San Carlos publicó un valioso “Mapa de Poder y Representaciones de la Usac ante cuerpos colegiados en el Statu Quo de Guatemala”, este documento especifica el rol activo que juega esta Universidad en al menos 75 cuerpos colegiados que forman parte esencial del aparato estatal.
He aquí la importancia política de esta institución, que tiene un alto nivel de incidencia y participación en el sistema gubernamental guatemalteco; por ello es necesario que el Rector sea una persona apegada a la ley, intachable y altamente honesta.
La Usac es la única universidad en el mundo que posee iniciativa de ley y la única en América Central que posee aporte constitucional como garantía de sus fondos, que por cierto es el 5% del presupuesto de la Nación, que para el año 2016 fueron nada menos que 2.4 millardos de quetzales.
Sus delegados están presentes —por mencionar algunos— en las elecciones de funcionarios de la Corte de Constitucionalidad, Defensa Pública Penal, Comisión de Postulación de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia, Salas de Apelaciones, Tribunal Supremo Electoral y Comisión de Postulación del Ministerio Público.
Y como si esto fuera poco, en el área económica tienen delegados en la Junta Monetaria, postulación para la Contraloría de Cuentas —¿Será por esta razón que Carlos Mencos no los investiga?— y postuladora para el Directorio de la SAT.
Y así podría nombrar a las 75 diferentes instituciones donde la Universidad de San Carlos tiene voz, pero sobre todo voto. Y justamente por esta razón el puesto de Rector es uno de los más apetecidos por los politiqueros corruptos, sabiendo la gran cuota de poder que implicaría estar en esa silla, además de tener el manejo de millones de quetzales con poca o nula fiscalización.
El próximo año se llevarán a cabo las elecciones para Rector, lo cual debería tener muy nervioso al actual dirigente, por el gran desgaste que ha tenido en su gestión, no solo por no haber cumplido con sus promesas de campaña —ofreció una universidad tecnológica, democracia a lo interno de las asociaciones de estudiantes y relevos en los mandos que han jurado quedarse hasta el 2050—, sino por haber convertido a la Usac en una institución antidemocrática y represora de quienes piensan diferente.
Tener un presupuesto del 5% que se consume casi todo en gastos de operación es una maldad, ¿Dónde está la inversión en investigación, equipo, mobiliario, becas y labor social para retribuir en algo al país? Es casi nula en relación al presupuesto.
¿Imagine, si cada facultad de esa Universidad prestara servicios sociales de alta calidad para las personas de escasos recursos, en centros adecuados y de primera, diseñados para este fin, ubicados en toda la República. Acaso no sería un gran apoyo para el país, que vería retribuido el dinero que se invierte en la Usac?
Tristemente hasta hoy no se ve nada diferente en la gestión de Carlos Alvarado, ni innovación ni creatividad y mucho menos la voluntad política de hacer las cosas correctamente. En cambio, mucho se ha hablado de la corrupción, abuso de poder y “nepotismo” de la actual administración, que utiliza los recursos de la Universidad para su uso personal y el de sus familias, hacer negocios particulares y tráfico de influencias. Todo esto es ya del conocimiento público.
Es un despilfarro escandaloso que duele y debe ser investigado por la Contraloría General de Cuentas y por la Cicig. Es necesario que lleguen a la dirección de la Usac personas nuevas y con vocación de servicio, para refrescar y renovar esa institución que en otros tiempos fue catalogada una de las mejores universidades de Latinoamérica.