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La magia de la Navidad

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Mañana celebraremos la Nochebuena, víspera del día de Navidad, la conmemoración cristiana de la noche en que nació Jesús. Hoy todo está adornado con luces, bombitas de colores, regalos, pascuas y todo el colorido que trae consigo la “Magia de la Navidad”. En esta fecha cualquier milagro puede ocurrir, porque nuestro corazón renace y nos permite una oportunidad para dar cabida al verdadero amor y la paz en nuestra vida.

Quién no recuerda en este día aquellos nostálgicos momentos cuando estábamos con personas amadas que por una u otra razón ya no están con nosotros. Es bello evocar también cómo se celebraba la navidad tradicionalmente hace algunas décadas, quizás en nuestra infancia, cuando el comercio y los medios de comunicación todavía no habían invadido nuestras mentes con tanto materialismo y banalidad, cuando todo era más sencillo y más valioso, porque la unidad familiar era lo más importante en una fecha como esta.

Instantes bellísimos e irrepetibles aquellos cuando éramos niños y esperábamos con ansiedad la ilusión de abrir un regalo que posiblemente no era caro, ni de marca, pero era algo que habíamos deseado todo el año, y que nuestros padres seguramente con mucho esfuerzo nos compraban y… ¡Vaya si no disfrutábamos aquel regalito!

Poder sentarse en familia alrededor de la mesa para cenar juntos un rico tamal, con papá, mamá, la abuelita, los hermanos, todos juntos estrenando un nuevo atuendo, haciendo bromas y riendo plenamente, comiendo chocolates, uvas, manzanas y angelitos, tomando aquella tradicional taza de ponche de frutas exquisita sin licor.

¡Esa sí que era una cena inolvidable! Porque el componente principal era el amor y la familia, éramos ricos y no lo sabíamos, sin celulares en la mano que nos hicieran perder la atención de las bellas charlas de papá y mamá, quienes hacían una oración para agradecer a Dios el haber enviado a su hijo Jesucristo ese día por amor a la humanidad.

¡Qué momentos aquellos! Hoy daría todo lo que tengo por volver a repetir aquellos valiosos tiempos. Es muy triste que en esta época la gente ha hecho de esta “conmemoración” una fiesta casi en su totalidad pagana, con un agresivo énfasis comercial y material. Nadie se queda sin su “convivio” en el cual, más que recordar y celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, se centran en el consumo desmedido de comida, alcohol, tabaco y quien sabe que otras cosas más.

Esta fiesta se ha desfigurado a tal punto que los grados de consumismo son desmedidos y como si fuera poco la mayoría de personas que celebran la fiesta a nivel mundial, desconocen en su totalidad la esencia de lo que están celebrando.

Aunque no se sabe la fecha exacta del nacimiento de Cristo, lo importante es reconocer con agradecimiento que tuvo la humildad de venir al mundo y que lo hizo por el inmenso amor que le tenía al ser humano; porque el motivo de la Navidad es la celebración del infinito amor de Dios para el hombre, porque gracias a ello la humanidad tiene la oportunidad de obtener su salvación eterna y el perdón de sus pecados.

Hoy más que nunca entiendo el verdadero sentido de la Navidad: El amor de Dios para la humanidad y el amor que nosotros debemos brindar a nuestro prójimo. Porque, como dijo Cristo: “En esto se resume toda ley, la verdad y los profetas”.

Reflexionemos mostrando un verdadero espíritu de amor, para servir a los demás con alegría y entusiasmo, enseñemos a nuestros hijos, que lo más importante no son las cosas materiales, sino regalar amor y paz a nuestros semejantes.

Debemos atrevernos a encontrar la Navidad dentro de nosotros, y tratar de que ese día realmente sea mágico. ¡Feliz Navidad amigos lectores!

imagen_es_percepcion@yahoo.com

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.

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