La niña y el Estado
La Comisión indicó que no hay constancias en cuanto a esfuerzos realizados para buscar a la víctima desde que se presentó la denuncia, hasta que se encontró el cadáver a las 14 horas del 18 de diciembre de 2001. Asimismo, señaló que existieron una serie de irregularidades durante la investigación de la desaparición y posterior muerte de María Isabel Veliz Franco, entre las que destacan la falta de realización de diligencias cuando fue reportada desaparecida y fallas en la preservación de la escena del crimen, así como deficiencias en el manejo y análisis de la evidencia recolectada”.
Esto es lo que dice una parte de la sentencia emitida el 19 de mayo de 2014 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre el caso de la joven Veliz Franco. La sentencia tendría que ser publicada en un medio oficial antes del 18 de noviembre próximo, cuando vence el plazo. ¿Qué ha dicho o hecho el Estado al respecto? ¿La Comisión de la Mujer del Congreso se quedará en silencio? Siendo el el Estado algo amplio y abstracto, ¿qué dicen los altos funcionarios o funcionarias que algo deben decir en casos como este? Queremos escucharlos.
El 3 de noviembre de 2011, la CIDH emitió un primer Informe de Fondo sobre este caso, en donde incluyó ocho recomendaciones al Estado guatemalteco, luego de reconocerlo responsable de las violaciones al derecho a la vida, integridad personal y los derechos de la niña víctima.
El Informe de Fondo fue notificado al Estado el 3 de enero de 2012, y se dio un plazo de dos meses para informar cómo se estaban cumpliendo las recomendaciones. Entre informes parciales y peticiones de prórrogas, fue lo mismo de siempre: tácticas dilatorias que llevaron a la CIDH a concluir que “el Estado no presentó información expresamente relacionada con las recomendaciones”. Luego, el mismo Estado reconocería sus falencias para dar cumplimiento a estas recomendaciones.
María Isabel Veliz Franco solo tenía 15 años cuando fue ultrajada y asesinada; es un crimen que fue cometido en su contra por ser mujer. Era estudiante y recién había terminado tercero básico; como vacacionista trabajaba en un almacén de la zona 1 capitalina. Vivía con su madre, sus hermanos y sus abuelos maternos, todos muy afectados desde entonces, en su camino por buscar justicia. Amenazados, frustrados, impotentes, emocionalmente conmovidos y con manos que aún tiemblan, ven pasar el tiempo en un país que no sabe proteger a sus niñas en vida, y tampoco sabe cómo hacer justicia cuando son asesinadas.