A CONTRALUZ

La patria de los criollos

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MILES DE JÓVENES se entregaron a la celebración de la independencia patria. Unos recorrieron calles y carreteras para llevar la antorcha de la libertad y otros desfilaron sudorosos en centros urbanos, con bandas y estrafalarias vestimentas para rendir honor a los próceres. ¿Próceres? ¿De quiénes? ¿Será que todos debemos festejar ese acontecimiento histórico? El acta de independencia suscrita el 15 de septiembre de 1821 en realidad fue el documento que certificó el traspaso del monopolio político y económico de la corona española a la oligarquía local, encabezada por la familia Aycinena. En la medida que aumentaba el poderío de los criollos crecía también el rechazo hacia la metrópoli. ¿Por qué debían compartir con esa potencia de ultramar que no invertía nada y en cambio recibía a manos llenas la riqueza del Nuevo Mundo?

ESE SENTIMIENTO de emancipación se había comenzado a gestar muchos años antes. Martínez Peláez señala que en la Recordación Florida, escrita por Fuentes y Guzmán, en 1690, ya se perciben atisbos de esa nueva patria de los descendientes de españoles nacidos en Guatemala, forjada en sus ideales y en la que pretendían defender su patrimonio. Los criollos tenían en mente dos tipos de España: la primera era la gloriosa que había conquistado extensas tierras y representaba los valores europeos; la segunda era mezquina, representada por la burocracia que se llevaba sus riquezas. Sin embargo, la nueva patria no estaba definida para todos los nacidos en estas tierras, ya que las clases bajas, en particular el indio, no se incluían en esa aspiración. El indio no era compañero de viaje de ideales, sino solo parte del patrimonio de los criollos, junto con sus tierras, caballos y demás enseres.

HACE 194 AÑOS, el primero en firmar el acta de emancipación fue Gabino Gaínza, un viejo militar español que contradictoriamente había luchado contra los independentistas chilenos en 1814 y que de capitán general pasó a ser el jefe político de la nueva patria. Ese simple cambio de papel de Gaínza determinaba que no había ruptura en la estructura de haciendas sobre la que se asentó la Colonia y en las cuales los indios no tenían los mismos derechos que esa clase social triunfante que había cortado el cordón umbilical con la península ibérica.

SI ACASO LA NUEVA ARISTOCRACIA volvía los ojos hacia la plebe, era para tratar de incorporarla a la “civilización” porque representaba un “atraso” para la nueva patria. En 1824, el Congreso decretó que solo debía haber un idioma nacional y que se debían extinguir los idiomas indígenas, por ser “imperfectos”; cinco años después impuso otra forma de esclavitud, con la Ley contra la Vagancia que obligaba a los alcaldes a proporcionar indios para las labores que los finqueros requirieran. ¿Hubo algún cambio en la política de expoliación? Ninguna. La independencia entonces solo determinó el surgimiento de una patria para que la oligarquía criolla tomara el control del país, tal como ocurre hasta hoy día.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.