PLUMA INVITADA

La semana que hace vivir la resurrección de Jesús

César Augusto Sagastume

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Dios creador de la perfección humana, creador del tiempo, de los ciclos planetarios y quien iluminó al hombre para que se inspirara en crear el calendario, sea este de origen occidental, oriental, maya o de otras tendencias, pero siempre contemplando el período de los trescientos sesenta y cinco días, o el que se le agrega cada cuatro años, cuando es bisiesto como el actual.

En ese calendario, que señala eventos que nos sirven para retroalimentar la fe, se vive el nacimiento de Jesucristo, así también se renace el amor de José y María para librarlo de la muerte, por la ambición desmedida del poder de Herodes, así mismo, el humanismo y la lealtad de los tres reyes que testimoniaron la creencia del verdadero rey, admirando la humildad de su nacimiento

Con sus enseñanzas revolucionarias, en beneficio de los más desposeídos, perdonó a los más soberbios, curó a enfermos físicamente, pero subyacentemente curó a los enfermos del alma, seleccionó a sus discípulos en donde se manifestó la traición, la envidia, la incredulidad, la lealtad, la humildad, la solidaridad y la aceptación de seguirlo para dar fe de que seguían al verdadero rey de la humanidad; quien sigue proyectando las mismas debilidades, después de más de dos mil años, marginando la fortalezas, que aún no aprendemos.

Ese acto de la pasión y muerte que nos estremece, como la crucifixión, donde el Hijo de Dios es comparado como el peor de los hombres, pero luego, el acto más sublime, al ver al Hijo del Padre resucitado, constituyendo este el momento más sobresaliente al terminar este ciclo, que constituye la renovación de la presencia de Dios en nuestro interior, para ser mejores, para servir, para ser solidarios, para respetar, para ser buenos, para seguir su ejemplo, perpetuando la especie; pero, lamentablemente se mantiene la soberbia, que nos hace hacer lo contrario.

La Semana Santa en Guatemala se vive con mucho fervor. Hay dedicación para hacer alfombras, procesiones, gastronomía apropiada a la época, vertientes moradas de cucuruchos, andas arquitectónicas que hacen recordar los pasajes más importantes de la vida, pasión y muerte de Jesús, con imágenes consagradas de los distintos momentos de su pasión, para que en una forma representativa interpretemos el mensaje que está escrito y que muchas veces no logramos profundizar, como es el contenido de cada uno de sus mensajes. Todo esto es importante, como cultura, cristianismo, fe, creencia, quedando en la parte externa, es decir, el valor externo de la Semana Santa, que vale, pero si le damos el valor interno de la espiritualidad, constituyendo el verdadero sentido del amor, la paz y la reconciliación.

checharin.sagas@yahoo.com

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