ALEPH
La sopa de cada día
Si una familia guatemalteca de cinco miembros desea adquirir hoy los 26 productos de la Canasta Básica Alimentaria, necesita en promedio gastar Q118.02 diarios, ya que su valor se calcula en Q3,540.60. Si hablamos de la Canasta Básica Vital, el costo asciende a Q6,460.95, lo cual implicaría un gasto mínimo diario de Q215. (Datos del Instituto Nacional de Estadística/INE).
El titular de portada de este medio anunciaba, hace un día, que el “Salario mínimo aumenta Q3.15”. Esto significa que el salario aumentará en el 2016 hasta un 4%, lo cual le permitirá alcanzar la cantidad de Q2,747.21 mensuales (aproximadamente unos 359 dólares por mes), bonificación de ley incluida. En el caso de las personas que trabajan en actividades de maquila y de exportación, el salario diario será de Q74.89 diarios, lo cual implica un aumento del 3.5% y un salario mensual de Q2,534.14. El aumento 2016 es inferior al 5% promedio de incremento que se ha decretado los últimos tres años en Guatemala.
Una sopa de esas rápidas, a las que solo basta ponerles agua y listo, cuesta más o menos entre Q3 y Q3.50. Por lo tanto, este aumento permitirá a algunos trabajadores comprar cada día una sopa, o pagar dos pasajes en bus si cuestan una paloma, aunque a ninguno le alcanzará para la naranja con pepitoria en el parque, porque esa cuesta Q5. Mientras, datos oficiales hablan de que la variación mensual del IPC (Índice de Precios al Consumo) ha sido del 0.5%, de forma que la inflación acumulada en 2015 es del 2.6%. Si juntamos las inflaciones que se vienen acumulando en los últimos años versus los salarios mínimos devengados, la ecuación no cuadra.
Tampoco cuadra cuando cruzamos los datos con las cifras de corrupción a todos los niveles, empresas, gobiernos y sindicatos incluidos. Un estudio realizado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales y Oxfam Guatemala señala que en el 2015 se perderán por corrupción unos Q4,160 millones, equivalentes al 6% del presupuesto nacional. Esa cifra supone la pérdida de Q1 de cada Q5 del presupuesto anual que todos contribuimos a engrosar, lo cual implica un costo social altísimo y la imposibilidad de un desarrollo para Guatemala. Uno de los candidatos presidenciales, incluso, anunció durante la campaña que el costo de la corrupción en Guatemala era de Q4.8 millones por hora. Es cuestión de hacer números y de tomar en serio la evidencia de las consecuencias en el Sistema de Salud, solo para mencionar algo.
No es tan difícil imaginar por qué más del 70% de personas que trabajan, lo hacen en la informalidad. En este territorio de surrealismos y desigualdades que asustan, el tema del salario mínimo es uno de los medulares, porque expresa y sustenta un sistema fundado en una lógica económica que tiene en situación de exclusión histórica a millones de personas (9.4 millones de pobres para ser exactos, según la Encovi). Pagar salarios justos con prestaciones justas no es regalo ni cosa del otro mundo, pero no es cosa fácil en una Guatemala donde los “cómos” se asocian a las ideas que se tienen de la ética, la dignidad humana, la decencia, la esclavitud y el poder. El tema es que nuestro futuro es hoy.