TIEMPO Y DESTINO
Lansky reclama un gran hotel de Cuba
AHORA QUE LAS COSAS EN CUBA, según algunos, podrían cambiar, como consecuencia de la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, la primera voz que se ha escuchado pidiendo que el Gobierno revolucionario devuelva una de las propiedades privadas que confiscó poco después de tomar el poder en 1959, surge de una tumba.
Es la de Meyer Lansky, considerado por periodistas estadounidenses como el mayor genio financiero del lavado de dinero en la historia de los Estados Unidos.
—¿Qué quiere Lansky del Gobierno cubano?
—Que le devuelva, en primer término, el lujoso Hotel Riviera, o que se lo pague.
—Pero, si Lansky murió de cáncer el 15 de enero de 1983, ¿cómo podría estar haciendo valer ese reclamo, estos días del tercer mes de 2016?
—Lo hace a través de uno de sus nietos, residente en Miami.
Sobre el particular cito aquí parte de un artículo publicado en la edición internacional del diario La Vanguardia, de Barcelona, bajo la firma del periodista Fernando García. Dice así:
“Entre los demandantes estadounidenses hay de todo, desde multinacionales hasta expropietarios de un chalet. Unas reclamaciones son más razonables que otras. Pero la palma del desparpajo reivindicativo se la lleva la que hace unos días anunció Gary Rapoport, hijo de la única hija de Lansky, Sandy Lombardo”.
¿Quién era Meyer Lansky? Un extenso artículo de Wikipedia, del cual tomo datos, no textuales, que menciona como fuente oficial, en algunos párrafos, al FBI (The Federal Bureau of Investigation) lo señala como uno de los tipos más influyentes en las esferas oficiales de Cuba cuando en 1956 fundó la Compañía Hotelera Riviera de Cuba. Su proyecto era construir el hotel casino más despampanante de América para seguir haciendo caja con uno de los negocios que el tándem Luciano-Lansky venía explotando desde hacía largos y violentos años en Florida, Las Vegas y ahora, en la mayor de las Antillas: el juego, actividad que en la Cuba de Batista era legal y, junto a un Estado corrupto, servía como plataforma idónea para lavar el dinero procedente de la prostitución y el tráfico de drogas. Uno de los contemporáneos de Lansky fue Lucky Luciano, otro hampón que fue procesado y enviado a prisión en los Estados Unidos. Después de la II Guerra Mundial, Luciano fue liberado bajo palabra, bajo la condición de que se marchara a Sicilia, Italia. Sin embargo, Luciano secretamente se trasladó a Cuba, donde reasumió el control de las operaciones de la mafia estadounidense. También administraba una red de casinos con la ayuda del presidente cubano, a quien asesoraba en cuestiones financieras, a pesar de que Estados Unidos presionaba para que Batista deportara a Luciano. Sigue expresando el citado artículo que con el auge del turismo a Cuba, Lansky comienza a invertir fuertemente en la isla. En 1957, Lansky y Batista construyen el Hotel Riviera, el mayor sueño de Lansky. Pero, en 1959 triunfa la Revolución y el nuevo Gobierno expropia todos los casinos y hoteles, forzando a los mafiosos a movilizar sus inversiones a otros países. El amigo íntimo de Batista en la mafia era Lansky; mantuvieron una buena relación de tres décadas. Una vez, durante su estancia en el hotel Waldorf-Astoria en New York, a finales de los 40, el presidente Batista ofreció a Lansky y a la mafia el control de los hipódromos y de los casinos. Batista abriría así La Habana a las grandes apuestas, y el Gobierno ganaría muchos dólares en todas las inversiones hoteleras. Lansky se colocó en el centro de las operaciones de apuestas y llamó inmediatamente a sus asociados a una conferencia cumbre del hampa en La Habana, la cual fue celebrada el 22 de diciembre de 1946 en el Hotel Nacional. Fue la primera reunión a gran escala de la mafia americana desde la reunión de Chicago en 1932. (Fin de las citas)
La expropiación de bienes de la mafia en Cuba es una figura legal muy parecida a la que contempla la Ley de extinción de dominio vigente en Guatemala y que se inspira en normativas similares aprobadas antes en Colombia, México, Perú y Ecuador, como instrumentos concebidos para combatir el narcotráfico y otros delitos del crimen organizado. La diferencia entre esas formas de lucha contra el crimen es que Cuba se adelantó más de medio siglo.