BIEN PÚBLICO
Lecciones de desarrollo desde Japón
Recientemente participé en el programa ¡Juntos! —del Ministerio de Asuntos Exteriores del Japón—, lo que me ha permitido conocer algunas instituciones públicas y privadas de este país, e intentar comprender cómo puede una sociedad alcanzar el éxito, entendido este como un alto nivel de desarrollo, gobernabilidad democrática y confianza en el futuro.
Japón es la tercera economía más grande del mundo (USD5,100 millardos) y la sexta más competitiva. Con un ingreso per cápita anual de USD40,000 y una población de 126.4 millones con la mayor esperanza de vida al nacer (84 años), este país ocupa el puesto 17 entre las naciones con mayor desarrollo humano. Si usted se pregunta cómo lo hacen, permítame darle algunas ideas.
Noción de grupo y sentido de responsabilidad sobre lo colectivo. Japón es una sociedad basada en la confianza entre las personas, así como en un gusto por hacer bien las cosas y contribuir en las tareas sociales. Por ejemplo, encontré personas que ayudan desinteresadamente como guías en lugares turísticos y en el transporte público. Además, voluntarios que apoyan a su municipalidad (proyecto Nanohana) dedicando tiempo a recolectar y transformar el aceite utilizado para cocinar en jabón ecológico. Otro ejemplo ha sido el comité de vecinos del barrio Harie, quienes trabajan en la preservación de los manantiales de agua pura y su particular método de canalización y limpieza (sistema Kabata).
Una sociedad sostenible, sustentada en tres pilares: baja emisión de carbono, orientación al reciclaje y en armonía con la naturaleza. Pude conocer el plan básico ambiental y la política contra el cambio climático 2030, ambas basadas en reforzar la cooperación entre la ciudadanía, los gobiernos locales y central y el sector privado. En la actualidad, el Japón recicla el 95% de su basura, bajo la premisa: “si se mezcla es basura, si se clasifica es un recurso”. Sin embargo, sus metas son ambiciosas, entre ellas, amplios programas de investigación dirigidos a crear productos ecológicos, mejoras en la conservación del ambiente y la biodiversidad, y optimización de la energía renovable.
Empleo seguro y bien remunerado. Contrario a las ideas de flexibilización laboral y salarios de hambre del modelo occidental, en Japón los trabajadores están contratados con el compromiso de empleo de por vida. Los ascensos y el salario dependen de la antigüedad, relacionados con la experiencia ganada y la capacitación recibida. Este modelo comprueba su éxito en la mejora de la productividad y la mayor lealtad de los trabajadores para con la empresa. A nivel social, esta certidumbre laboral abona a la confianza en quienes dirigen, en lo público y lo privado, el destino del país.
Una administración pública efectiva. Con un presupuesto de gastos que representa aproximadamente el 42% del producto interno bruto, la administración pública tiene capacidad para incidir sobre el crecimiento económico y el bienestar, y la fuerza para liderar el cambio tecnológico y la innovación. Por otro lado, el servicio civil es independiente de los vaivenes políticos, con burócratas que suelen avanzar a lo largo de su vida profesional dentro de un mismo ministerio.
En definitiva, Japón nos demuestra que sí se puede, pese a todas las adversidades, avanzar hacia un futuro con bienestar, desarrollo, democracia y sostenibilidad ambiental. Pero ese futuro requiere que desafiemos la comodidad del desacuerdo y la pereza ciudadana, y activamente busquemos un contrato social que reequilibre las responsabilidades del sector privado, del gobierno y la ciudadanía.
jonathan.menkos@icefi.org