ENCRUCIJADA

Lecturas ante la paranoia

Juan Alberto Fuentes Knight

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Paranoia. Incertidumbre. Destino ausente. Acerbas críticas. Existen múltiples percepciones sobre el rumbo de la economía, la política y la sociedad guatemalteca. Lo más visible es lo político: las dificultades que tiene el Estado para cumplir con sus funciones mínimas son enormes.

Pero también hay que saber distanciarse de la coyuntura, reflexionar, tratar de ampliar la perspectiva, evaluar la historia, especular sobre el futuro, imaginar. Leer es imaginar. Leer es estimular nuestros sentidos, conscientemente. Es virar nuestra atención hacia los lados, buscando nuevas interpretaciones, nuevos desafíos y visiones alternativas. Es atreverse a salirse del carril, a dejarse sorprender. Es ampliar nuestras perspectivas. Y nos urge hacerlo.

¿Qué mejor que zambullirse en un libro, hacer el esfuerzo de entender las reflexiones, especulaciones o invenciones de la autora? Podrá ser un riguroso libro de economía política, una polémica interpretación histórica, un ensayo que rechazamos, una maravillosa novela que nos hace soñar sin restricciones, un cuento de final imprevisible, o un poema sublime. Pero lo importante es trascender el instante inmediato, salir de nuestra rutina, terminar con la modorra, atrevernos a pensar y a inventar; desarrollar nuestra conciencia crítica y superar la pereza mental.

Guatemala, a pesar de la incertidumbre que a diario sentimos, ahora produce muchos libros, buenos y malos, sorprendentes y aburridos. Tenemos una sólida tradición literaria. Contamos con un amplio menú de producciones literarias nacionales, además de esa multitud de aportes que nos vienen de la literatura universal y de nuestra propia historia. Contamos con novelas grandiosas. Incluyen los aportes de un Premio Nobel de Literatura, uno de los inventores del realismo mágico. Celebramos su merecido reconocimiento. Nos inspira a seguir escribiendo y leyendo. Miguel Ángel Asturias y sus obras son un ejemplo de historias guatemaltecas que se han vuelto universales y que sobrevivirán décadas y tal vez siglos.

Todos los guatemaltecos tenemos un pedacito de Miguel Ángel Asturias en nuestro ser, aunque no lo queramos. Asturias reconoció muchas de nuestras grandezas y miserias: nos hizo vernos en un espejo. Y como parte de nuestra personalidad y pensamiento tenemos pedacitos de muchos escritores guatemaltecos que supieron recoger y difundir, en su momento, esos ricos y plurales rasgos guatemaltecos que nos caracterizan. John Maynard Keynes, uno de los más grandes economistas que han existido en el mundo, decía que muchos éramos prisioneros de las ideas de economistas muertos, a veces sin darnos cuenta. Es cierto, pero lo que propuso va más allá de la economía: las ideas tienen extrañas formas de manifestarse en nosotros, a veces por la vía de lo que nos contó una abuela, un amigo, un maestro, o mediante lo que leímos en un periódico, un libro. Y los libros son las cajas fuertes que guardan ideas. ¿No sería bueno acudir a nuevas lecturas, no solo para abrir nuestras mentes, sino también, quizás más importante, para sentirnos acompañados, para calmar nuestras ansias y para trascender nuestras preocupaciones cotidianas?

El universo de silenciosos amigos y amigas que ya no están con nosotros pero que nos dejaron sus obras, y a los que podemos acudir, es inmenso. No nos dejemos abrumar por la coyuntura guatemalteca. Leamos y reflexionemos, con tolerancia. Aprovechemos ese maravilloso conjunto de ideas lógicas e ilógicas, nuevas y antiguas, reales e imaginarias, románticas y racionalistas, religiosas y agnósticas. Aprovechemos ese maravilloso mundo que nos ofrecen los libros. Asistamos a la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua) en Majadas, y compremos y leamos al menos un nuevo libro.

fuentesknight@yahoo.com

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