EL ALEPH

Los jueces, las niñas, el país

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“El Tribunal Segundo de Sentencia de Chiquimula absolvió este miércoles al exconcejal de la cabecera Max Eduardo Cordón Orellana, de 73 años, quien era acusado de trata de personas, luego de haber sido capturado cuando salía de un autohotel con una niña de 8 años. Por ese caso también era juzgada Éricka Mariela Osorio, madre de la menor, quien también fue absuelta. Los jueces indicaron que absolvieron a los dos procesados debido a que la Policía Nacional Civil efectuó los procedimientos de ley para efectuar las capturas”. (PL/29-4-15)

“Domingo Castro Alvarado, de 59 años, alcalde auxiliar del caserío Pacuch, Sacapulas, Quiché, fue capturado este jueves por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), sindicado de violación contra dos de sus nietas menores de edad, informaron fuentes oficiales. La detención de Castro se efectuó mediante una orden de captura girada por el Juzgado de Primera Instancia de Nebaj, Quiché, por abusos cometidos contra dos adolescentes de 14 y 12 años, una de las cuales está embarazada, producto de los supuestos abusos de los que se le acusan”. (PL/30-4-15)

Dos noticias recientes. Hablan de funcionarios con autoridad moral en su comunidad, que la usan para violar niñas. Hace siete años se publicó otra sobre al menos 76 niñas de Chiquimula que estaban embarazadas y tenían entre 10 y 14 años (elPeriódico/17-6-07). Decía que, en ese departamento, solo entre enero y abril del año anterior se habían contado 487 adolescentes embarazadas entre los 10 y los 19 años. El entonces director de área del Ministerio de Salud alcanzó a decir que “…lo más triste es que estas niñas ni siquiera saben por qué les crece el estómago y son tan pequeñas que tanto ellas como los bebés corren grandes riesgos”. (…) “Se trata de un fenómeno cultural; algunos padres miran como una solución casar a la niña para salir de la responsabilidad”.

Ocho años después, un exconcejal del mismo lugar es liberado por el juez, a pesar de que se le vio salir del autohotel con la niña. También liberó a la madre que la vendió al funcionario. Estas son las reglas de la sociedad patriarcal bajo las cuales están obligadas a vivir miles de niñas. En buena parte de esta sociedad, es “normal” la receta: madre violada cuando joven y reproductora del orden cuando adulta; padre ausente o violento; abuelo o padrastro violador; juez/a que libera a violadores y tratantes; criminales protegidos por una sociedad que normaliza la violencia sexual contra las niñas y niños.

Guatemala ocupa el puesto 29 a nivel mundial respecto de la tasa de fertilidad en adolescentes, superado solo por 27 naciones africanas y Nicaragua, según un informe del Banco Mundial (2012). Y eso que no tenemos datos de las que fueron violadas y no quedaron embarazadas, de las que no denunciaron, o de las que tuvieron a sus hijos en casa, sin ayuda. No nos extrañe que tantas mujeres vendan luego a sus hijas. No las disculpo para nada y deben enfrentar la justicia, pero lo veo en perspectiva. Conozco a una que fue violada por cuatro hombres a los 16 años y quedó embarazada. Al cumplir su hija 8 meses ya la había dado a un albergue. Cuando se la “devolvieron” a los 13 años, porque la niña quería conocer a su mamá, lo primero que hizo fue recordarle que nunca debió haber nacido, mientras la golpeaba, y hacer como si no veía mientras el padrastro abusaba de ella. Muchas mujeres sienten un profundo rechazo por los hijos o hijas que les nacen luego de una violación. No siempre se puede recibir violencia y devolver flores, así que eso del instinto maternal es un mito para muchas.

Por ello, cuando un juez absuelve a un criminal (todo violador lo es), le está impidiendo a una niña desarrollarse, ser una joven sana y una madre feliz y responsable. Pero también está haciendo que perviva un orden social donde la violencia entra por los cuerpos de las niñas, para no irse más de toda una sociedad. Hay que educar a la niñez y la adolescencia en temas de salud sexual y reproductiva, hay que llevar a los criminales a la justicia, hay que decirles a los jueces que, cuando dejan libre a un/a tratante o a un violador (sea este el padre, el pastor o el cliente), no solo arruinan más la vida de una niña, sino que ultrajan a todo un país.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.