Marihuana y amapola
Tan extraño fenómeno en la vida del país merecería que diéramos rienda suelta a nuestras más perversas sospechas. Aquella conexión fue neutralizadora, rayo paralizador. Aunque para decepción de los cuadros, vino un cuento tras otro, como Schehrazada entreteniendo por mil noches al rey Schahriar. Mujica se adelantó, sin tanto ruido consiguió la legalización.
¿Sienten envidia de Uruguay los estimables consumidores? Lamento decir que así como hay una diferencia abismal entre Otto Pérez y José Mujica, también la hay entre usuarios uruguayos y guatemaltecos. A riesgo de parecer malinchista —y de perder amigos— diré que aquel país tiene otro nivel educativo, ninguna pobreza; aquí hay asesinatos por conseguirla. Cuales gatos, nos marcan por territorio. Hay mala calidad de producto, además de las obvias diferencias entre un país bien alimentado y otro melancólico.
Se suman factores culturales y neurobiológicos. Baudelaire, en su Poema del hachís —que es más bien ensayo— describe los efectos según las diferencias de temperamento y cultura. Si una persona siente culpas, dice, se sentirá peor en su paraíso artificial; los efectos dependerán de la susceptibilidad nerviosa. “Todo perfecto desenfreno necesita un perfecto ocio”, escribe. Y Guatemala es un país bajo tensión, dolor y paranoia.
También podría interesarle el ensayo Efectos de la marihuana en la cognición: una revisión desde la perspectiva neurobiológica, de Gladys Torres y Fabián Fiestas, publicado en Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública. Según los autores, la marihuana puede alterar “la memoria, atención, emoción y toma de decisiones”. Crea falta de interés ante la realidad y eso puede provocar una pobre trayectoria académica, además de problemas neurológicos como el deterioro de “habilidades de manipulación neuromotora”. El estudio —aquí groseramente resumido, y por si quiere maldecirlo entero— se encuentra en Redalyc y Scielo.
No me interesa opinar sobre lo “bueno” o “malo” del consumo. Abro enfoques que conectan con una rara situación: la de un grupo apaciguado e ilusionado con la libertad herbácea, en pacto con un gobierno que debilita la Educación, pero anuncia a sus habitantes la libertad para que diseñen su propio paraíso de paz y amor. Algo como decir que si la felicidad no te la facilita el Gobierno, ¿por qué no fabricar una con la venia del presidente? Ante el fracaso de la moción, Pérez ahora dice que sería bueno legalizar la amapola. No pasa nada. No hagan números ni coman ansias. Igual terminará exhibiendo la imposibilidad de ejecutar un plan de principio a fin.
@juanlemus9