Q’A NO’JB’AL
Más allá del maquillaje
Algo está pasando en Guatemala que aún no logramos asimilar. Antes del 16A, hablar de corrupción era un delito. Todo aquel que se dirigía a una autoridad como corrupto se le podría asesinar y criminalizar. Por eso quedó incrustada la idea de que “no importa que robe un poco pero que haga algo”. Fruto de eso es que nosotros fuimos obligados a desarrollar una sociedad conformista y dependiente.
La corrupción e impunidad son enfermedades crónicas de la sociedad capitalista. Una sociedad ahora embrutecida por el modelo extractivista en todo sentido, no solo porque quiere desarrollarse con la explotación de los recursos naturales, sino también de nuestros conocimientos y pensamientos. Y por eso también hemos sido una sociedad colonizada y controlada.
Digo esto porque lo que estamos viviendo hoy podría posibilitar los cambios profundos que quiere nuestro país, lo que muchas veces hemos denominado refundación; sin embargo, lo que vemos hasta el momento es que solamente nos quedaremos en un nuevo intento de reforma o medias tintas, para salir de la crisis. Algo así como terminaron las reformas formales de los acuerdos de paz.
Como nos enseñaron a conformarnos con lo mínimo, por eso no hemos podido mantener ese espíritu rebelde (Colussi). Y al perderlo, el peligro es caer y avalar las propuestas de los liberales, progresistas, izquierdistas, derechistas, indigenistas, criollistas, oenegistas, nacionalistas, caciques, dictadores, analistas políticos, comentaristas y todo lo que puede cultivar este circo de la crisis, porque así como cada cuatro años aparecen nuevos analistas políticos, así con esta crisis una gran mayoría de abogados son especialistas en constituciones y crimen organizado. Algo así como cuando sucede un huracán o un terremoto, muchos aparecen como expertos en desastres.
Si seguimos así solo iremos a avalar ciegamente las propuestas de refuncionalización de este Estado criollo que saldrá de los grupos de iluminados, que se reúnen en cualquier hotel o campus universitario, y que no permiten que los rebeldes e indignados corrijan esta plana de corrupción e impunidad. Corrección que debería llevarnos a la refundación profunda de las estructuras injustas y desiguales de nuestra sociedad. Para los innumerables iluminados que pululan por todos lados, diciéndonos qué debemos o no hacer, la refundación tendrá que esperar para después, porque ahora no se puede. Pero para los pueblos no.
Las Asambleas de Pueblos en los diferentes territorios tienen como objetivo ir más allá de la lucha contra la corrupción y la impunidad e incluso de las propuestas de reforma de estos iluminados. Busca la ruta para la refundación profunda. Fortalece la organización comunitaria, como la única forma para avanzar hacia la construcción de la justicia y la igualdad. Una ruta para proteger la tierra y el territorio. La alimentación y los productos propios.