donde la Policía era respetada y estricta. En su conversación intercalaban de cuando en cuando un “Ok”, mascaban chicle y decían “Oh”. La vida por aquellos años era todavía un poco en blanco y negro, por lo que para conversar con ellos hasta EE. UU. era necesario solicitar una llamada internacional a Guatel, que después de varios minutos hacía la conexión y así lográbamos hablarles, aunque a gritos debido a los ruidos de fondo.

En la actualidad, las leyes migratorias se han hecho tan severas que los tratan como a criminales. Han sufrido el hostigamiento de la Migración mexicana y los asaltantes —que son la misma cosa—, además de los infiltrados que viajan con ellos y los delatan. Si logran llegar, se encuentran con un país cuyo gobierno es xenófobo, la Policía es bestial y con otros latinoamericanos absurdamente racistas.

Quizá nunca hubo un sueño americano verdadero; lo cierto es que hoy viven una pesadilla. Los traen deportados en cárceles aéreas gringas. Dejaron allá la mitad de su vida y sus posesiones. Algunos no encontrarán aquí a sus padres sino tumbas. Su familia ya no existe, sus hijos también se marcharon. Miles han muerto en el camino. En Arizona, el 6 de diciembre último, una patrulla de la frontera mató a balazos a Byron Neftaly Soto Orellana. La cónsul de nuestro país en ese lugar, Julia del Carmen Guzmán, dio la versión inhumana a la Prensa cuando dijo que “aparentemente este muchacho se puso combativo”. Hasta parece una justificación. Me pregunto quién no lucharía hasta con piedras cuando es atacado por los perros de la Policía. Ella tiene la obligación de ofrecer un informe serio y sus reacciones. No mataron un perro, fue a un ser humano.

Esta noche se celebra el nacimiento de un migrante. Jesús nació en Belén de Judea, a donde había emigrado su familia. Gobernaba el rey Herodes, quien para matarlo mandó ejecutar a todos los menores de 2 años. Los padres de Jesús habían emigrado a ese pueblo, después lo hicieron a Egipto; de allí, a Galilea, y con el tiempo, Jesús emigró de Galilea hacia Jerusalén.

Ese Herodes es el mismo que mandó matar a una de sus 10 esposas, a su suegra y a tres de sus hijos. Era como quienes gobiernan hoy el mundo. Estados Unidos ha creado guerras en Latinoamérica, ha invadido territorios árabes, desaparecido pueblos enteros, engrilletado a los migrantes y es traficante de armas.

Esta noche, hermano (a) migrante, has de saber que líos similares sucedieron hace más de dos mil años y que Herodes sigue vivo, pero que según la fe cristiana también renace hoy el migrante de Belén, el mártir del Gólgota.