CON NOMBRE PROPIO
Misión: amedrentar
La justicia es un valor y en sí misma la virtud que una sociedad encomienda a sus jueces. Nuestro sistema judicial, precario y poroso, ha dado pasos gigantescos para asegurar una mejor justicia, pero falta mucho, demasiado, para destruir los altos muros de la impunidad y silencio. Todos, y en especial los abogados, debemos tener las palabras del maestro Eduardo J. Couture cerca de nosotros: “De la dignidad del juez depende la dignidad del derecho. El derecho valdrá, en un país y en un momento histórico determinados, lo que valgan los jueces como hombres. El día en que los jueces tienen miedo, ningún ciudadano podrá dormir tranquilo”.
La justicia electoral es, de todas las ramas del derecho, quizás la más pasional, porque quienes litigan, que son los partidos, representan intereses de muchas personas y esas personas desean el poder con alma y corazón. Hacer una elección por hacerla, como dice el secretario general de la OEA, es absurdo. Una elección se basa, sobre todo, en un proceso transparente y cristalino. La cosa no se circunscribe a contar votos en una fecha; la democracia es más que eso.
En este contexto me llamó la atención la denuncia presentada por el diputado Roberto Ricardo Villate Villatoro en contra de la magistrada del Tribunal Supremo Electoral María Eugenia Mijangos, por incumplimiento de deberes, usurpación de funciones, resoluciones violatorias a la Constitución, intimidación pública, abuso de autoridad, acusación y denuncia falsa, simulación de delito, omisión de denuncia, abuso de autoridad con propósito electoral y por externar opinión anticipada (esto último no es delito, pero lo metió como pudo el denunciante).
Me llamó la atención porque siendo la magistrada parte de un cuerpo colegiado, es incongruente que solo ella hubiera podido cometer ese canasto de acciones y así constaté un patrón para amedrentar a miembros del TSE por parte del partido Líder y sus satélites, varias denuncias han sido presentadas desde el año pasado con el objeto de motivar antejuicios. Los denunciantes son: Manuel Baldizón y Manuel de Jesús Barquín; Asociación de Juristas de la Nación (Jurnac), Milton Roberto Rivereiro González; Fundación Líderes de Corazón; Asociación Ayuda y Protección al Ciudadano; Fundación Identidad (Fidenti); Ruby Brooks, entre otros.
Esta coincidencia de situaciones no es casualidad. Además, el patrón es parejo: siempre es contra la misma magistrada Mijangos, y los magistrados Julio René Solórzano y Mario Aguilar Elizardi (una vez denunciaron al suplente Aquiles Linares). Eso significa una cosa, quieren que esos magistrados tengan miedo; desean amedrentar.
Defiendo el derecho de petición de quien sea, pero el chantaje judicial es, de las acciones humanas, de las más indecorosas y censurables. Se pretende tocar la puerta de la justicia para llevar a cabo una bajeza. Esto es condenable, desde cualquier punto de vista.
La república y la democracia, sobre todo de sus políticos, exige respeto. Además, estas acciones no amedrentan, sino unifican esfuerzos en contra de quienes con una cuota de poder se marean y pretenden, por cualquier medio, hacer de la función pública lo que les da la gana.