SIN FRONTERAS

Nada es más interesante

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En lo antiguo y primitivo, el concepto del periodismo era distinto al que hoy conocemos. En su falta de evolución, se publicaba un monopolio de hechos, donde el criterio quedaba ausente. Ausente, por supuesto, a excepción del artículo editorial, que contenía —como hoy en día— la posición oficial del medio. Se demandaba una limpieza, que consistía en depurar las apreciaciones del redactor. De la ética del momento, resultaban periódicos carentes de reflexión, aporte o crítica que balancearan la opinión pública, que no siempre coincidía con la posición oficial del medio.

Esto parece haber cambiado en 1921, con Herbert Bayard Swope, el director de un periódico en Nueva York, quien notó que algunas de las cartas de lectores contenían criterios que consideró de interés público. En sus memorias, Swope escribió haber descubierto que “nada es más interesante que la opinión, cuando la opinión es interesante”. Así pues, destinó la página opuesta al editorial para los escritos de ilustres y notables, contribuyendo a formar lo que hoy conocemos como la columna de opinión. Más que un estilo periodístico, se formó un espacio, un foro, donde sus miembros difunden ideas propias, independientes de la mesa editorial y del propietario del medio. La libertad del columnista es de tal relevancia, que en idioma inglés a la columna se le conoce como Op-ed, es decir “opuesto al editorial”, bella metáfora visual del balance necesario entre pueblo y poder.

Ahora, los espacios de opinión se han diversificado con la apertura de nueva tecnología. En Guatemala, en la radio, televisión, medios digitales y prensa escrita, el público tiene acceso a debates de influencia. Esto, en la medida que participan opiniones balanceadas del espectro ideológico y de las dinámicas de poder.

Escribo esto, pues surge preocupación tras la renuncia hecha pública por Juan Luis Font y sus colaboradores del programa 8:45, espacio donde hemos visto la coyuntura expuesta por protagonistas que, desde distintos ángulos, tienen conocimientos específicos. Y preocupa percibir que parte del público juzga los espacios de opinión —y a quienes participan en ellos—, sobre la base de quién es dueño del medio, más que por lo generado en los debates. Y es que, aunque es comprensible que el perfil del propietario cause suspicacia, queda la impresión de que el público a veces no pondera, y pierde oportunidad de escuchar criterios que frecuentemente buscan servir a sus intereses.

Recuerdo que alguna vez Mario Antonio Sandoval escribió que los columnistas somos una especie de asesores gratuitos, pues diariamente compartimos insumos desde los medios de comunicación. Algunos funcionarios toman nuestras ideas, incluso a pesar de renegar nuestro aporte y de criticarnos en planos personales. Y otros las repelen, en la arrogancia que con frecuencia producen las alturas del poder.

En Guatemala, el reacomodo de fuerzas tras 2015 trae retos especiales que demandarán del público un esfuerzo formativo —no solo informativo—. Y es invaluable que los lectores disciernan la opinión vertida por colaboradores independientes, sin asociarlas necesariamente al medio que publica. En mi experiencia, espacios como 8:45 han sido baluartes a la libre expresión, al igual que estas páginas de Prensa Libre, donde queda el legado reciente de don Miguel Ángel Méndez, quien abrió espacios a nuevos temas, como el de la migración, que regularmente ocupa esta columna.

En esta era de reconfiguración se insta a directores y propietarios de medios que atesoren los foros abiertos, y que construyan sobre legados como el de Herbert B. Swope, en aras de un mundo balanceado.

ppsolares@gmail.com

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.

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