De Newtown a Guatemala

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e imponer mayores controles a la venta de otras.

Y aunque públicamente se manifiesta una indignación colectiva, probablemente cualquier esfuerzo para restringir el acceso a rifles y a otras armas de largo alcance afronte una fuerte oposición de muchos políticos que consideran que esos límites violan el derecho constitucional a portar armas. El control no ha sido una prioridad para la mayoría de los legisladores gringos debido a la extendida popularidad de las armas en la nación del norte y a la influencia de la Asociación Nacional del Rifle, de la que buena parte de los republicanos y demócratas son miembros, sin contar por supuesto, que los armeros son de los principales financistas de las campañas políticas estadounidenses y mantienen un lobby permanente para evitar que se apruebe alguna legislación que dañe sus intereses (económicos, por supuesto).

Pero la tragedia también trajo a colación otros temas relacionados con las armas y la violencia. En las redes sociales y en los blogs de varios medios internacionales —incluidos algunos estadounidenses— hubo personas que se preguntaron qué opinaban los políticos y el propio presidente Obama de las miles de víctimas —incluidos niños y niñas— asesinadas por el ejército de su país en las guerras de Irak y Afganistán o recientemente en Libia por las fuerzas de la Otan. Porque la vida de los niños de la escuela Sandy Hook tiene el mismo valor que la de otros pequeños a los que se les llama “víctimas colaterales” ¿Será que la intención de cambiar incluye también la frecuente intromisión en asuntos internos de otros países, las “guerras preventivas”, el comercio y tráfico de armas y la doble moral en la lucha contra el narcotráfico? Sabiendo de antemano la respuesta, dejo planteadas las interrogantes.

Lo ocurrido en Newtown tampoco nos es ajeno. En Guatemala tenemos nuestras propias tragedias (las viejas y las actuales) que tienen que ver con los dos temas mencionados anteriormente. Están los pequeños asesinados y desaparecidos durante la guerra y los niños y niñas que siguen muriendo en este país víctimas de las armas de fuego, que perecieron en ataques armados o los alcanzó una bala perdida. ¿Recuerdan al nene de 6 años que murió mientras jugaba al futbol cuando una bala se alojó en su cabeza? ¿O al bebé de 5 meses que falleció en los brazos de su mamá en un asalto a un bus urbano? ¿O los cientos de historias que recogen los informes de esclarecimiento histórico sobre las y los niños que fueron asesinados en las masacres, allá en las lejanas montañas? Tiene razón el presidente Obama, estas tragedias deben terminar, y para eso, se precisa que cambiemos.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.