PERSISTENCIA

Nihilismo y metafísica

Margarita Carrera

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Heidegger se obstina por insertar a Nietzsche, pensador rebelde y vital, dentro de la tradición filosófica de occidente, al sostener que su filosofía es la consumación de la metafísica y su última plenitud. Se refiere a la corriente racionalista que va desde Sócrates hasta Kant.

Tanto Heidegger como Nietzsche son nihilistas. Pero la preocupación de Heidegger por la nada, según pienso, puede haber surgido del nihilismo de Nietzsche, a quien dedica su obra más extensa.

Desde el punto de vista de la filosofía tradicional, tanto el nihilismo de Heidegger como el de Nietzsche se basa en la negación de la metafísica, entendida esta como mundo del más allá o mundo de las ideas en donde privan los valores establecidos por el hombre occidental a partir de Sócrates: la razón y Dios como culminación de todas las cosas.

Sin embargo, desde su nihilismo, ambos dan un nuevo giro conceptual a la metafísica. En Nietzsche se resumirá en “la voluntad de poder” que apunta, como los griegos, a la autosuperación.

El nihilismo de Nietzsche está basado en la negación de la metafísica occidental, tradicional. Así, el mundo verdadero es este y no “el otro”, el que los filósofos han establecido más allá de la física.

De la fórmula “Dios ha muerto”, por lo tanto el hombre no es inmortal, pasa a la afirmación de la “physis”: este mundo, único existente y auténtico, que conlleva sus propios valores que han de ser interpretados con una nueva ética.

A la pregunta: “¿Qué significa el nihilismo?”, Nietzsche responde: “Que los valores supremos han perdido su crédito”. Pero inmediatamente se yergue vital al afirmar que el “nihilismo perfecto” es el “clásico”, pero el “clásico” de los griegos antes de Sócrates; esto es, el que buscará un ideal que sea “el ideal de la vida más exuberante”.

El nihilismo de Nietzsche, que él denomina “cabal”, lo es en cuanto niega el otro mundo y sus consabidos valores cristianos que han gobernado la historia occidental de la humanidad. No lo es, en tanto a la anulación total de todo valor.

La filosofía tradicional ha olvidado los valores vitales que ocupan el espacio de la “physis”, única realidad existente para Nietzsche.

El valor estará, según él, estrechamente vinculado con la vida que tiende, más que a la simple conservación de la especie, a la autosuperación. “Solo lo que eleva la vida es un valor”. “Ello exige una transmutación de todos los valores anteriores y una nueva posición de valores”.

Pero vida significa, además, “devenir” y la “physis” o Naturaleza está en constante devenir, en un eterno construirse y destruirse, que no abarca, en ningún momento, “el otro mundo”, ideal y metafísico, creado por Platón y sostenido a través de la filosofía occidental hasta culminar con Kant.

Luego los valores que fomentan la “conservación y crecimiento de la vida” equivalen a la “voluntad de poder”.

En esta “voluntad de poder” ve Heidegger “un término fundamental de la filosofía definitiva de Nietzsche, de su metafísica, que es metafísica de la voluntad de poder”.

Según pienso, Nietzsche jamás es un metafísico. El error de Heidegger radica en que no concibe “voluntad de poder” como fuerza oculta y natural del mundo instintivo, que rige todo comportamiento humano, por lo tanto, toda historia, toda vida, todo existir, todo “devenir”, propio no del mundo del más allá o metafísico, sino de la Naturaleza o “physis”.

Como lo que deviene no es aún, sino es algo que será, Heidegger se empecina por ver en Nietzsche la última plenitud de la metafísica occidental.

Nada más opuesto a la filosofía de Nietzsche, pues para él, “El devenir” es propio, inherente de la “physis” que se muestra como un constante presente en lucha y agonía, dolor y felicidad, odio y amor, vida y muerte.

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