LA ERA DEL FAUNO

No nos representan

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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El país carece de una asamblea legislativa integrada por representantes del pueblo. En el edificio de la 8ª. avenida de la zona 1, donde alguna vez funcionó el Congreso de la República de Guatemala, a excepción de dos o tres legisladores, se instalaron unas bandas criminales. Esas clicas se odian entre sí o se alían, según la temporada. Tienen una empresa de producción de poder que venden por galón o a bombeo, según la paga, a grandes empresarios explotadores, a políticos, a pequeños o grandes rateros y al presidente; en resumen, al mejor oferente y sin importar su procedencia o intereses.

Esto que digo no es una metáfora ni un símil, es lo que verdaderamente ocurre en la 8ª. avenida, en un edificio desde el cual unos cuantos extorsionan a todo el país. Las clicas allí atrincheradas blindan sus acciones delictivas con maña, con aparente legalidad que solo puede ser enfrentada por un Tribunal Supremo Electoral eficiente y una Corte de Constitucionalidad íntegra, pero tienen en estas instituciones a muchos de sus amamantadores.

Esas clicas tomaron el edificio de la misma forma como los criminales ocupan una casa en un barrio pobre. En esos casos, unas personas llegan al inmueble que les interesa, expulsan a sus propietarios o arrendatarios y se quedan a vivir allí, desde donde aumentan su poder, se reorganizan y sobreviven a los eventuales allanamientos de la Policía. Así continúan hasta que consiguen otro inmueble o hasta que otra organización más fuerte los absorbe.

Los delincuentes que tomaron el edifico de la 8ª. avenida operan de igual manera. Ocuparon el lugar por la fuerza de la legalidad retorcida, pues tienen en sus manos las leyes que ellos mismos elaboran, amplían o reelaboran. Afuera de ese palacio de impunidad hay una Guatemala que agoniza. Una que muere de hambre. Una Guatemala cuyos hospitales son anfiteatros donde se escuchan desafinadas honras fúnebres. Hay un país harto, desconcertado. Un país que ora y otro que se organiza. En cualquier caso, es un país que ve a diario cómo esas pandillas dominan su diario vivir. Aun cuando sufran alguna aparente desarticulación, tales divisiones son acomodos a mayor escala. Son operaciones del monstruo capital que organiza las clicas menores para su servicio.

La más reciente componenda fue la del jueves 17 de diciembre, cuando 21 integrantes de la clica partido Líder se separaron para formar otra banda, la denominada Movimiento Progresista. Ya en octubre de este mismo año, otra facción surgió de la misma organización y otras afines cuando hubo pugnas de poder entre los cabecillas; entonces, 10 tránsfugas formaron la clica Podemos.

La reciente división, al igual que otras con nombres tales como “independientes”, continúa con la producción de poder que pondrá a la venta para el gobierno de Jimmy Morales.

De urgencia, una acción decisiva para frenar ese abuso en contra de toda Guatemala está en manos de la CC, la cual tiene la oportunidad de resolver la acción de inconstitucionalidad sobre el transfuguismo. Eso limitaría, de momento, las operaciones de esas bandas.

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