Mentalidad de bonsái
Otro gusto por lo pequeño se evidencia en los bonsáis. Para evitar que un árbol crezca, el artista —llamémosle así— le corta las ramas y raíces secundarias y lo siembra en una maceta. El árbol intentará crecer, pero, otra vez, el artista lo recortará. Así pasarán los años; se volverán viejos el arbolito y su torturador. El primero, mutilado, será el deleite del segundo.
En otras culturas todavía practican la castración para reprimir el deseo sexual. Antiguamente, a los niños les cortaban los testículos para que conservaran su voz aguda en la adultez —los castrati—; o a los esclavos para que cuidaran los harenes —eunucos—. En algunos lugares todavía cortan el clítoris a las niñas.
Todas esas parecerán costumbres de países bárbaros, pero en el nuestro se practica el corte de las raíces de crecimiento intelectual. Una de las consecuencias es la malnutrición cerebral. De eso hay mucho en las universidades privadas y la pública; en los tres poderes del Estado, y renombrados académicos son incapaces de comprender algo tan sencillo como los Derechos Humanos. Tanques de cartón. Argumentan sus títulos y experiencia para tener la última palabra, aun sabiendo que han respaldado prácticas inhumanas. Se han nano-educado. Cuando se dice que el país necesita educación, no es solo que haya que alfabetizarlo. Para terminar de arruinarlo todo, la ministra de Educación, Cynthia del Águila, castró la carrera magisterial en vez de mejorarla. Ofreció una educación superior cuando ni siquiera la tienen preparada en la Usac.
No es por su pobreza que un país queda intelectualmente castrado. Cuba, por ejemplo, es pobre —aunque no tanto como Guatemala— y tiene un nivel educativo muy superior. Aun con eso, muchas personas —casualmente educadas entre lavadoras de cerebro— odian aquel país. La derecha sin formación arremete contra lo que la descontrola.
Por bonitos que sean los bonsáis, los pequineses, los pies, la gente de corbata, su deformación es como la vieja práctica de mantener metido a un país en una caja de madera. Si alguna vez se ha preguntado por qué los estudiantes queman llantas; algunos profesionales dicen estupideces; por qué autoridades de gobierno cedieron el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias para un evento de motoenduro; por qué la SAT quiere contratar a una empresa extranjera que le saque la tarea; por qué gobiernos como el actual cuentan con el respaldo de personajes oscuros, es porque todos son lo mismo, pero son subastados —y comprados, desgraciadamente— como si fueran grandes artistas de la economía y del poder.
@juanlemus9