HAGAMOS LA DIFERENCIA

Pago por productividad

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Recientemente me reuní con un exalumno de la Maestría de Productividad de Ciencias Agrícolas, en la que soy docente. Me comentó que había implantado en su finca de café el sistema de trabajo por productividad. Él repartió la finca en ocho manzanas por trabajador y se las dio bajo su cuidado, debiendo ellos realizar todas las labores culturales de la misma; les provee los insumos necesarios y apoya con las herramientas que le soliciten. El sistema ha resultado muy eficiente, ya que mejora la productividad. Cada trabajador llega a ganar más de Q4,000.00 mensuales, más una bonificación al final del año, si llegan a la meta de producción. Ahora, varios cafetaleros están contratándolo para que les maneje su finca. Los trabajadores están felices y buscan cómo aumentar cada día la productividad, al proponer nuevas formas de manejo; por ejemplo, de plagas, de riego, etc. Me comentaba que para aplicar pesticidas acarreaban el agua en toneles, con camiones, los que nunca abastecían adecuadamente, por las dificultades de tiempo, de malos caminos, etc. Un trabajador le propuso que le comprara manguera, que él había visto una fuente de agua en lo alto de la finca que calculaba llegaba perfectamente por gravedad. Le compró la manguera y pusieron un sistema de abastecimiento de agua para casi todas las áreas productivas de la finca, eliminando el uso del camión y los contratiempos que ocasionaba.

El primer trabajo profesional que tuve fue en una finca de café, en el oriente de Guatemala. A los trabajadores permanentes se les denominaba “colonos”, pues vivían dentro del casco de la finca, en un sistema casi feudal. Ellos prácticamente deberían estar al servicio de la administración y cumplir con las labores propias de la finca. Devengaban el salario mínimo que los hacía vivir en un estado de miseria, y el sistema les obligaba a trabajar exclusivamente dentro de la finca. Los anteriores propietarios de la finca habían tratado muy mal a los trabajadores y sus familias, teniendo incluso una vereda por detrás de la casa patronal, pues les era vedado pasar por el frente. Ellos se habían especializado en los trabajos que realizaban y preferían que se les asignaran “tareas” que, al principio, les ocuparon más de las ocho horas, pero que ahora hacían por las destrezas adquiridas en muy poco tiempo. Aborrecían el trabajo “por día”, que era 48 horas semanales, pues esto les impedía hacer sus “faenas propias”.

En una ocasión sugerí a uno de los dueños de la finca pagar por productividad, pues estábamos realizando un trabajo en el que la tarea los colonos la realizaban en pocas horas, comparado con más de 10 horas que ocupaban a trabajadores temporales “de cuadrilla” que habíamos contratado. Era un trabajo de “manejo de sombra”, donde los trabajadores debían subirse a los árboles que crecen sobre los cafetales y podarlos. Yo calculaba que podíamos tener menos trabajadores con un sueldo triplicado. Grande fue mi sorpresa cuando al reunir a los colonos para proponerles el tipo de trabajo, estos se rehusaron, y los de mayor confianza me comentaron que habían sido engañados muchas veces con este tipo de propuestas y lo único que ocurría, después de un tiempo, era que la tarea se aumentaba al quedar establecida con ese nuevo parámetro.

El trabajo por productividad sí funciona, especialmente en el campo. Pero también en cualquier tipo de empresa, si se sabe implementar, sobre todo es importante tomar en cuenta a los trabajadores, pues los patronos no lo saben todo, y la experiencia ayuda a resolver problemas.

samreygo@yahoo.com

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.