CABLE A TIERRA

¿Para qué negar los hechos?

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Se hicieron públicos finalmente los datos de tres instrumentos fundamentales para entender lo que está ocurriendo con la pobreza, la salud y la desnutrición crónica de la niñez: El Censo de Talla Escolar 2014; la Encuesta de Salud Materno Infantil (ENSMI) 2014/2015; y la de Condiciones de Vida (Encovi) 2014. Tanto la ENSMI como la Encovi son encuestas de hogares que se han venido aplicando en Guatemala hace muchos años y cuentan con respaldo técnico y metodológico de entidades académicas nacionales y de organismos internacionales reconocidos por su experticia en estos temas. Con ese soporte se ha ido estableciendo un estándar respecto al método empleado por el INE para el levantamiento, procesamiento y análisis de información estadística generada por encuestas.

Hay ENSMIs desde 1987. Por su medio, examinamos el comportamiento de los indicadores básicos de salud y nutrición a lo largo de los últimos 28 años; es la serie más larga y confiable de estos indicadores que existe a la fecha. Las Encovi se llevan a cabo en Guatemala desde el año 2000. Con excepción de la del 2011, las Encovi siempre han contado con acompañamiento técnico especializado que ha propiciado un importante aprendizaje institucional en el INE, y que ha hecho más participativo el diseño de las encuestas; se mejora la transparencia y la calidad técnica en el procesamiento de los datos, en el cálculo de los indicadores y la entrega de los resultados a la población.

Algo similar sucede con el censo escolar de peso y talla, aunque con la medición 2014, debido al marcado descenso de la cobertura educativa en el nivel primario que se vivió en los últimos años, hay duda si los datos que arroja reflejan la situación de la población en edad escolar del país o solamente la de quienes lograron permanecer dentro del sistema educativo. (Y por supuesto, hace falta todavía el censo de población).

Es muy importante que la ciudadanía tenga claridad de estos aspectos y sepa que cuenta con encuestas técnicamente confiables y cuyos resultados no están amañados por intereses particulares o de algún gobierno. Resalto el tema porque a raíz de que la Encovi 2014 mostró el obsceno incremento de la pobreza extrema y general, se levantan voces que descalifican la encuesta o los cálculos. Difícil que esos cuestionamientos reflejen ignorancia, aunque tal vez si algo de negligencia de no verificar bien las cosas antes de opinar.

Lo peor para el país sería que nuevamente una manera de tapar el sol con un dedo y evadir la necesaria discusión sustantiva y constructiva sobre política económica que hace tanto se requiere y que pone sobre la palestra una vez más la necesidad de acabar con las prácticas que fomentan privilegios para unos pocos. Necesitamos cambiar la matriz productiva del país para que haya mayor democracia económica, más inclusión social y se dinamice el crecimiento. Está claro que crecer a secas no derrama.

La estadística no es una ciencia impersonal. Nos habla, en el lenguaje del número, del hambre de la gente, de la enfermedad y la muerte de seres humanos, de personas sin oportunidades. Mantener vivo el debate metodológico es importante, pero lo que urge es aprovechar ya la información que aportan estas encuestas para tomar mejores decisiones. El arranque de un nuevo gobierno es propicio para la reflexión sustantiva sobre el comportamiento de los datos, y debe servir para orientar la acción del Estado y el proceder de los mercados. Negar los hechos no es sano para ninguna de las partes. Peor aún, cuando la negación se alimenta, como ocurre acá, del hambre de los niños y niñas de Guatemala.

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