PLUMA INVITADA
Plan para la prosperidad
El Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica nace a raíz de la emigración de miles de jóvenes menores hacia Estados Unidos en el 2014, en busca de mejores oportunidades de vida, básicamente de empleo. El Plan del presidente Obama propone establecer un Fondo Semilla de US$1 mil millones por año, durante cinco años, para desarrollar proyectos que sean un motor de crecimiento, que generen mayores oportunidades de trabajo y que tengan sostenibilidad. Si el objetivo es generar empleo que permita que los jóvenes se desarrollen en su propio territorio, sin necesidad de emigrar, probablemente proyectos de mano de obra intensiva y de beneficio social sean los más adecuados, independientemente de los grandes proyectos que podrían ser desarrollados con el Programa de Participación Público-Privada.
Los proyectos que pueden llenar el cometido del plan son: agroindustria, turismo, industria manufacturera, producción de componentes electrónicos, vivienda, infraestructura, desarrollo agrícola ganadero. El plan para Guatemala se proyecta en cinco puntos focales: Noroccidente (Huehuetenango), Suroccidente Alto (Quetzaltenango), Suroccidente Bajo (Retalhuleu y Coatepeque), el área Central (Escuintla/Masagua), el Corredor Seco (Zacapa/Estanzuela). Si se analiza en qué invierte la población que recibe remesas familiares, según la OIM, es comida, vestuario, vivienda y electrodomésticos. Según la Cámara Guatemalteca de la Construcción, cada año se forman 80 mil nuevos hogares y se construyen aproximadamente de 30 a 40 mil viviendas. De acuerdo con datos del BID, los principales problemas de vivienda en América Latina son carencia de: 4% de electricidad, 15% de saneamiento, 9% de agua potable y 21% de infraestructura.
La infraestructura es básica en cualquier proyecto de desarrollo. Si se da prioridad al turismo, por ejemplo, su desarrollo requiere caminos que permitan movilidad cómoda y segura, agua potable, drenajes, comunicaciones, energía eléctrica, servicios de salud y personal con preparación en hotelería e idiomas. La red vial del país, de 16 mil kilómetros el 40% está pavimentado, que permite una movilidad cómoda, y el resto está por ejecutar. La Agencia de Desarrollo de Estados Unidos (AID) propuso hace años la construcción y el mantenimiento de caminos con mano de obra intensiva. El Banco Mundial también ha enfocado su interés y ha participado financieramente en los últimos años en la preparación de planos finales para construcción de unos cien kilómetros de caminos rurales en Huehuetenango.
La Cooperación de Taiwán hace años propuso el desarrollo del Instituto Tecnológico en Huehuetenango, en un área de 25 manzanas, y proponía un programa de cinco carreras seleccionadas, de acuerdo con la demanda del área de influencia, que eran metalmecánica, electrónica y electromecánica, procesamiento de alimentos, procesamiento de madera, mecánica automotriz, laboratorios de práctica de software. También la formación de docentes e instructores de educación técnica programada, previo al funcionamiento del Tecnológico. En todos estos proyectos ha existido la participación de empresas locales altamente calificadas, en estos casos la de mi empresa: Ingenieros Consultores de Centro América, S. A.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) participó en la planificación de importantes proyectos hidroeléctricos: Serchil entre Huehuetenango y Quiché, y Río Grande, en Zacapa. La Cooperación de Japón participó en la prefactibilidad del nuevo Aeropuerto Internacional en Escuintla, o sea que existen proyectos a nivel de factibilidad o de diseño final en los puntos focales del plan. De todo esto poco se ha realizado. La tarea ahora debe ser de la planeación pasar a la acción o desarrollo.
El éxito del Programa para la Prosperidad del Triángulo Norte depende de la selección que se haga de proyectos y de la entidad que se seleccione para la administración e implementación del plan.