Políticas públicas

Samuel Pérez Attias

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Esa visión se queda rezagada en el simplismo si no se abordan preguntas más de fondo. Por ejemplo: ¿quién recibe la renta de un país aunque crezca aceleradamente? ¿Hay desigualdades estructurales? ¿Hasta qué punto estas políticas incrementan la concentración de poder económico y hasta dónde limitan el desarrollo individual de competir en igualdad de condiciones?  

Por otro lado, las políticas orientadas al desarrollo van más allá que el fomento de los mercados per se. Se busca facilitar la equidad en el acceso a servicios y condiciones mínimas que permitan  diseñar, acceder y perseguir su propio proyecto de vida. Esto requiere de  fondos públicos.

Ambas visiones deben medirse:  la primera, a través del PIB per cápita no garantiza el desarrollo, primero porque el PIB/cápita no refleja necesariamente bienestar. Este puede incluir la venta de armas, ataúdes, drogas, la destrucción de ecosistemas, prácticas extractivas insostenibles e incluso corrupción “tipo Baldetti” a nivel estatal y empresarial.

La segunda, el desarrollo integral puede medirse utilizando indicadores técnicamente generados, robustamente fundamentados y generalmente aceptados. Estos pueden ser  la mejora en niveles educativos o de salud que no necesariamente sucede, aunque el PIB crezca cuando los mercados están concentrados en pocas industrias y personas y el PIB no se derrama en las mayorías. Tener más dinero no significa —per se—  tener mejor salud o acceder a tratamientos preventivos.

De hecho, muchas veces tener más dinero es consecuencia de trabajos que dañan la salud física y emocional. Otras veces es causa de la polución o destrucción de ecosistemas y consecuente impacto en la calidad de vida de todos. También debe medirse la sostenibilidad del sistema en cuanto al desarrollo humano, ambiental y social. ¿Qué tan sostenible es la inversión extranjera directa (una minera?) que a los X años se retirará, dejando a su paso recursos depredados, trabajos temporales mal pagados e impactos culturales, sociales y ecológicos permanentes?

Estas preguntas deben hacernos cuestionar el rumbo del país. Lo que vivimos hoy es, por mucho, consecuencia de políticas pasadas. De seguirse repitiendo se reproducirán o consolidarán en el tiempo. Las decisiones de hoy afectan el largo plazo. Una política que genere empleos mal pagados en el corto plazo minando el bienestar en el largo plazo no es el camino a seguir.

Samperez1@gmail.com

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