No es poca cosa lo acontecido en el campamento Líder. La victoria se les fue de las manos sin tener la más remota idea de la debacle sino unas horas antes del cierre de las urnas, cuando las tendencias arrojaban sorpresas insospechadas al caer la tarde y conocerse los primeros resultados.

“¿Qué fue lo que pasó?”, era la pregunta reiterada no contestada a sotto voce en medio del caos de la depresión.

En el cuarto de guerra, los escenarios planteados eran desastrosos. Financistas viendo cómo solo quedaban los espejismos de las construcciones de puentes y las carreteras que harían. Proveedores del Estado de medicinas, golosinas y gasolinas.

¡Recuperar esa monstruosidad de inversión! Un escenario jamás planteado, considerando que hasta creían ganar en primera vuelta.

Es difícil entender el cuadro de desconcierto cuando la victoria es una certeza y el enfoque y la concentración ya no era si ganarían, sino en la planificación de la toma del poder.

El candidato actuaba como presidente de facto, con la seguridad de la ascensión. Estaba acostumbrado a las luces, las tarimas y al culto de su personalidad presidencial por los que cortejaban su antesala.

Sin embargo, hay que ser realista. Baldizón sabe el poder que tiene —aun sin la presidencia— con sus 131 alcaldes y sus 46 diputados. Conocedor de la política, sabe que aceptar la derrota sería un error. Le conviene no aceptarla victimizándose ante sus correligionarios.

Eso conserva su capital para la “próxima” y facilita su vigencia, tomando en cuenta que tiene la bancada más grande del Congreso y el poder delegado representativo de 900 mil y pico de votantes.

En la política no hay enemigos permanentes, sino aliados potenciales.

Si las cartas están echadas, la lectura es clara. Una alianza entre Sandra Torres y Manuel Baldizón repitiendo su última amalgama, mezclando sus potencialidades y uniendo sus fortalezas, aseguraría la victoria contra Jimmy en esta segunda vuelta.

Saben que, junto al PP, sus maquinarias electorales de tierra en el interior son implacables. Líder tiene 131 alcaldes o el 38.75 por ciento de todas las municipalidades del país. UNE, 59 o el 17.45%; el PP, 76 o el 22.45%.

En tres platos juntos tiene 266 alcaldías o el 78.65 por ciento de la totalidad de las alcaldías. Con tal organización, Jimmy y aliados la tendrían difícil.

Y en el Congreso, la composición de fuerzas de la próxima legislatura sería aún más avasalladora con la unión de Líder —46 diputados—, UNE, con 33 diputados, y el PP, con 18. Si sumamos a la UCN, por afinidad con sus siete diputados, juntos dominarían el Congreso con una mayoría casi absoluta de 104 diputados. Súmese a los tránsfugas oportunistas y la cifra sube aún más.

Para el ganador de la segunda vuelta, asegurarse la gobernabilidad en el Congreso es vital de cara a los enormes obstáculos que enfrentará. Una caja desfinanciada en finanzas. Un déficit fiscal de 10 millardos. Sí. Leyó bien… 10 veces mil millones, que con preocupación Icefi expresa generará un desequilibrio, pues se cubrirá con 93% de bonos del Tesoro, 3% con préstamos externos y 4% con recursos de caja.

Ante este escenario, orar y ayunar es lo único que nos queda…

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