ALEPH

Prisioneros de nuestras ideas

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La izquierda y la derecha son ideologías. La religión es una ideología. El patriarcado es una ideología. Incluso hay documentos tan interesantes como La economía como ideología: desafiando el poder político de los expertos, de Elaine Coburn, que nos habla de cómo una ideología termina definiendo cuestiones íntimamente ligadas al poder y la democracia, así como también asuntos vitales para nuestra educación, salud, bienestar social, medio ambiente y hasta nuestra vida personal e íntima.

Aun cuando creemos ser libres, muchos pensamos y actuamos desde nuestras estrechas recetas ideológicas. Pocas personas ejercen su derecho a pensar integralmente y se atreven a cuestionar, dialógica y propositivamente, lo que se aprende como verdad en algún aula, en algún templo, en algún partido, en la propia casa. Las decisiones políticas, religiosas, morales, sociales, culturales y económicas se convierten, así, en asuntos decididos por “expertos” de pequeñas elites, mayormente hombres procedentes de sectores de poder, o asociados por alguna razón, a ellos. Esto les permite operar dentro del mismo paradigma.

Resulta, entonces, que muchos asuntos políticos, económicos, éticos, sociales, religiosos y culturales que afectan directamente a todas las personas, pasan a ser del dominio de estos expertos-incuestionables-dioses, y quedan fuera de nuestro ámbito de propuesta, diálogo y debate, como si no tuvieran consecuencias en nuestras vidas personales y de país. Por eso me interesa la educación, no para que seamos buena mano de obra o buena burocracia de servidumbre, sino, esencialmente, para que ejerzamos el derecho a pensar y decidir sobre la vida personal y la vida en democracia.

Guatemala preocupa en este sentido. Ahora que inicia un nuevo año escolar, hay una menor cobertura en todos los niveles educativos, y la calidad no es mejor. Además, en el marco de una sociedad conservadora, este gobierno ha sido uno de los más miopes, fundamentalistas e incapaces de la historia contemporánea, lo cual no ayuda. Y lo repito para no olvidarlo: el ministro de Educación dijo, en una entrevista, que los 800 mil adolescentes dentro del rango de 13 a 18 años que no están en el sistema educativo, “se suman a otros 800 mil o 900 mil entre 18 y 24 años que también debieron haber pasado por la escuela. Tenemos un millón 600 mil fuera del sistema educativo. Si el problema de cobertura a la población no se atiende, para el 2030 vamos a llegar a más de tres millones 400 mil jóvenes fuera. Es una bomba de tiempo, y a eso le tenemos que poner especial atención”.

Recuerdo también que, según el Observatorio de los Derechos de la Niñez (Ciprodeni), la Evaluación de Graduandos que hizo el Mineduc en centros educativos privados y públicos a finales del 2017 señaló que menos de la mitad alcanzó los niveles mínimos de competencia en matemáticas y lectura. Solo 32 de cada cien superaron la prueba de comprensión lectora y apenas nueve de cada cien ganaron matemáticas. La diferencia entre establecimientos públicos y privados no fue significativa. Luego de pasar una vida estudiando, estos fueron los resultados de una educación mediocre que no forma ni para responder a criterios mínimos cognitivos, menos aún el pensamiento crítico. Además, se dice que el Mineduc quitó música y artes plásticas del CNB. ¿No saben que la cultura es lo que nos refleja? ¿O creerán que es algo superfluo?

Ninguna tiranía es buena, menos la del hambre y la ignorancia. Esa sí nos hace prisioneros. Un país es democrático y libre no porque su ciudadanía pueda elegir entre todas las marcas de jabón existentes, sino porque todo mundo vive con la dignidad suficiente para hablar, pensar y participar activamente en la construcción de su propia vida y la de su país. Lo que pasa es que a veces se llega a amar tanto la propia cárcel, que ya no sentimos su estrechez.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.