Q’A NO’JB’AL
¿Prosperidad?
Acostumbrados a ser considera- dos países colonizados, abrimos las puertas a quienes nos vienen a dar órdenes y a decirnos lo que tenemos que hacer, y si no se hace de acuerdo con lo convenido, vienen las sanciones y los reproches.
Alianza para el Progreso, Plan de Ajuste Estructural, Plan de Privatización, modelo de desarrollo extractivista, Plan Colombia, Plan Mesoamérica, Tratados de Libre Comercio y acuerdos de asociación confluyen hoy en lo que se llama “Plan o Alianza para la Prosperidad”, y para darle la bendición final, llega al país el vicepresidente de Estados Unidos, para ordenar y dar directrices de cómo tienen que caminar las democracias y los países de Centroamérica, principalmente a quienes reconocen como el Triángulo Norte: Honduras, El Salvador y Guatemala.
Este nuevo plan no es más que un nuevo proyecto para revitalizar el modelo capitalista y alimentar la inversión empresarial y mercantil, relacionado a la explotación de los recursos naturales o la inversión maquilera, en estos países, bajo la excusa de que con este plan se mejorará la vida de las personas de la región.
En los análisis que se han elaborado sobre la venida de uno de los patrones de la región, llama más la atención la continuidad o la regionalización de la Cicig, y han sido poco analizadas las categorías sociales manejadas por el qawa patrón, dijeran los q’eqchi. El vicepresidente Joe Biden plantea tres categorías sociales: los ciudadanos, las empresas y la gente común y corriente.
Mientras los discursos de los presidentes son de complacencia y de agachar la cabeza ante el colonizador, el vicepresidente estadounidense connota una carga de racismo, al manifestar que este proyecto beneficiará a los ciudadanos, empresarios, pero también a la gente común y corriente.
Los ciudadanos son la mano de obra barata, principalmente jóvenes que hay que detenerlos para que no se vayan a Estados Unidos, y los empresarios, está de sobra hablar sobre ellos, porque son aquellos empresarios que siempre han acrecentado sus riquezas empobreciendo a la mayor parte de la gente, y la gente común y corriente, pues son los pobres y extremadamente pobres a quienes hay que darles aunque sea una migaja, que vendrá de la acción social de las empresas.
Por eso no es casual que el Plan, para Guatemala, se enfoque en 51 municipios, ubicados en las regiones en donde se ha acrecentado la inversión empresarial, tanto nacional como multinacional: hidroeléctricas, palma africana, maquila, turismo, etcétera. Regiones en donde el desarrollo extractivista ha creado un nivel de deshumanización y donde la pobreza se agudiza a diario y que a pesar de eso la lógica del plan no es resolverlo, sino acrecentarlo.
Por último, este Plan es posiblemente un contrapeso a las conclusiones de la Celac en Costa Rica, en donde los presidentes de América Latina acordaron luchar juntos contra la pobreza, generando mejores condiciones humanas para todos y todas.