CON OTRA MIRADA

Quetzaltenango, ciudad excepcional

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En artículo precedente ofrecí solidaridad y apoyo a las autoridades y pueblo quetzalteco ante los daños causados por un sismo reciente a la Catedral y algunos edificios monumentales. Aprovechando la audiencia concedida por el alcalde Luis Grijalva, la semana pasada, junto a los colegas Rodolfo Asturias y Carlos Anzueto, especializados en restauración de monumentos y urbanismo, respectivamente, ratifiqué el ofrecimiento, ampliándolo a asuntos urbanos, administrativos y de gestión. Junto a catedráticos del Instituto Nacional para Varones de Occidente (INVO), recorrimos el conjunto previamente evaluado por el arquitecto Asturias, y como corolario de la visita tuvimos un oportuno encuentro con vecinos deseosos por apoyar la recuperación del Centro Histórico.

Durante la reunión con el Alcalde, miembros del Concejo y directivos de la Oficina del Centro Histórico, supimos que está por publicarse el Plan de Ordenamiento Territorial, así como los planes y proyectos para la recuperación del Centro Histórico.

De la arquitectura de Xela es poco lo que puede añadirse a lo estudiado, investigado y publicado. Su monumentalidad es el resultado tangible de la riqueza económica que tuvo la ciudad como consecuencia del precio del café, que permitió su desarrollo en el más amplio sentido durante el último tercio del siglo XIX y primero del XX. La Ilustración proveyó un alto nivel educativo y llegaron profesionales y artistas europeos cuyo influjo también es notorio en otras ciudades de la región, como Totonicapán y San Marcos.

De su riqueza alegórica, en términos masónicos, poco se conoce. Se entiende que primero fue la arquitectura y luego la institución que asumió los símbolos de los constructores cuya formación gremial y transmisión de conocimientos resale a los albores de la arquitectura occidental.

La escala y composición del INVO, por ejemplo, son extraordinarios factores dignos de analizar. Su sola visita fue una experiencia espacial gratificante, particularmente porque en nuestro país la obra pública es pobre y la producción arquitectónica privada se limita a edificios inaccesibles y centros comerciales, de los que poco se puede esperar. De los apuntes del ingeniero Roberto Gutiérrez extraigo algunos datos. El Instituto fue fundado en 1872 (es decir, al año siguiente del triunfo de la Revolución Liberal), que se instaló en el antiguo Colegio de San José de Calasanz (jesuita) y se destruyó con el terremoto de 1902. En su lugar, entre 1907 y 1914, se levantó el actual edificio por orden del presidente Manuel Estrada Cabrera, a cargo de los arquitectos Mariano Guerrero y Carmen Rímola.

La obra de estos es abundante y rica en la región, y como sucede con el arte de ese importante período, en términos generales, responde a criterios y filosofía masónicos, incluyendo sus símbolos, que dejan pocas dudas de su origen, despertando deseos por escudriñarla para entender mejor la mentalidad de artistas y gobernantes de la época en que se concibió y realizó.

Los encuentros sostenidos fueron positivos. Destacó la apertura del Alcalde en cuanto a nuestras propuestas técnico-administrativas, lo mismo que la complacencia de los profesores y padres de familia del INVO, empeñados en su restauración.

En cuanto a los vecinos, fue satisfactorio saber de la existencia del Patronato del Centro Histórico. Sugerimos su actualización al tenor de la Ley para la Protección del Patrimonio Cultual de la Nación, a fin de registrarse ante el Ministerio de Cultura como asociación, con la calidad de vigilantes del Patrimonio Cultural de la Nación.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.