SI ME PERMITE

¿Quién hace al alcohólico?

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“La sociabilidad pertenece a las inclinaciones peligrosas y perniciosas porque nos pone en contacto con seres malos que, en gran mayoría, son moralmente malos e intelectualmente limitados o desconcentrados”. Arthur Schopenhauer

En muchos países y en especial en nuestra Guatemala, hay tragedias, disgustos y problemas, los cuales, si se investiga la gran mayoría, tienen una conexión común y es el consumo de bebidas alcohólicas. No importando si es de rango “bebida social” o la que se denomina “adicción a la bebida”, el resultado es el mismo y los que son causantes de estas desagradables historias tienen una y mil maneras de explicarlo y justificarlo.

La realidad es que ninguna persona que se considera prudente o responsable se asocia con quienes la empujan o inducen a conductas y prácticas que terminan siendo procedimientos asesinos. Cuando en la vida nos determinamos escoger con quiénes vivir o bien convivir para socializar, emparentar, negociar o simplemente pasar el tiempo, uno escoge a aquellos que lo ayudan a mejorar lo que es y hace y no simplemente los que me ayudan a tener una situación de gratificación.

Sin lugar a duda hay muchas instituciones o programas para ayudar a aquellos que están atrapados en este problema, pero el cuestionamiento de fondo es si los que buscan este tipo de instituciones son los familiares que están sufriendo el problema para tener algún alivio del calvario que viven. La realidad es que los programas deberían ser buscados por los que están enredados en el problema porque tendrían que asumir la responsabilidad y ser realistas del daño que ocasionan.

Hay muchos que por un disgusto o daño se alejan de la bebida por un tiempo y cuando se han olvidado de la desgracia vivida, vuelven a lo mismo y el círculo vicioso se repite y lamentablemente con una secuencia cada vez más corta. Por ello la reflexión debe ser en el marco de la responsabilidad en todo el peso de su realidad, para que los cambios también sean de efecto a largo plazo.

Cuando nos queremos manifestar como gente seria y formal, lo primero que nos toca hacer es salirnos de los hábitos populares que la gente tiene y que en nada los dignifica, sino por el contrario, los hacen caer en categorías de gente poco favorable de tratar. Como somos gente que no estamos llamados a aislarnos y retraernos, sino por lo contrario, buscamos socializar, convivir y compartir los momentos agradables como los tiempos difíciles, debemos evaluar qué es lo que nos unirá, si un compañerismo verdadero y gratificante o simplemente un par de bebidas que pueden concluir con catástrofe en nuestra vida o de otros inocentes que nada tienen que ver con lo que nosotros estamos viviendo.

Temas como el de hoy tienen toda clase de justificaciones, pero lo correcto que debemos hacer es desanimar la práctica por la simple argumentación de que las estadísticas acumuladas son evidencia del daño que deja en el panorama de vidas y familias destruidas para dejar a un lado la argumentación y empezar a vivir como gente inteligente.

Si podemos ser honestos con nosotros mismos, esta dolencia está entre toda la diversidad de nuestra sociedad, sea esta de estratos económicos, grupos étnicos o niveles académicos, y nos damos cuenta de que nadie se libra del mal. Por ello no es apuntar ni acusar a nadie, pero ser individuos que por el favor de Dios podemos ser libres de este flagelo.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.