Realismo y psicología en Borges
En Borges y más allá de Borges. Y aunque él confiese: “Vida y muerte le han faltado a mi vida”, tanto una como otra han sido
intensas.
Él ha vivido y ha muerto infinitud de veces a través de sus lecturas y sueños —que en él llegan a confundirse—; de allí surgen sus creaciones, auténticas realidades íntimas que pasan de lo individual a lo universal.
Más que idealismo, prefiero la palabra realismo interno, porque la realidad tiene dos desembocaduras. La externa quizá menos veraz e impactante; menos demoníaca.
Borges ha declarado que “el mundo entero era un juego de símbolos y que cada cosa significaba otra cosa”. Esto es intuitivamente, como poeta establece que detrás de una realidad, la simbólica, se llega a otra realidad. Realidad que abarca la razón y la sinrazón, lo abstracto y lo concreto.
Es más, por medio de los símbolos, Borges crea un sistema, que sin salirse de lo poético, cae en lo filosófico. Un poco a lo Huxley, en cuanto en Tlön, Uqbar, Orbis tertius crea un fantástico mundo utópico en donde priva “una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras dirigidos por un oscuro hombre de genio”; “se conjetura, que es un Brave New World; esto es, Borges lo conjetura, lo que nos lleva a la conclusión de que, por primera vez en la historia de la literatura hispanoamericana se combina la ciencia-ficción con la filosofía y la poesía, acercándonos a una asombrosa —como verídica— realidad, creada o vislumbrada por el genio del hombre.
“Las naciones de ese planeta son —congénitamente— idealistas ”, nos afirma Borges. Pero su idealismo es matemáticamente real, tan lógico dentro del inmenso absurdo, que yo me atrevo a llamarle “realismo interno” o “segundo realismo”; siendo el primero, el aristotélico.
En cuanto a lo psicológico en Borges, nos encontramos con un caso similar al de Edgar Allan Poe. Para Baudelaire las obras de Poe “no contienen un solo pasaje que pueda considerarse licencioso, o siquiera sensual”. Este mismo criterio ha sido aplicado a la obra de Borges, la cual se ha calificado de “muy intelectual” y ha habido quienes en su ceguera —no la de Borges— la de ellos, la llaman “fría”.
Y como ya ha sido demostrado por la psicología que a través de los sueños se llega a una realidad humana más profunda, al acercarnos a los sueños de Borges, no solo nos acercamos a su obra, sino a su vida misma, y penetramos su íntima y obcecada realidad, inconscientemente oculta por un lenguaje simbólico, en que la metáfora cobra todo su poder de verdad y belleza.
En este caso las alusiones, símbolos o sueños de Borges revelan su pasional mundo erótico escondido. Al analizarlos se llega, pues, a la conclusión de que lo psicológico aparece en toda su obra. El casto Borges simula artísticamente —e inconscientemente— su psiquis atormentada por “el complejo de Edipo”.