URBANISMO Y SOCIEDAD
Recordando el 4 de febrero
Recién estamos lamentando la tragedia del Cambray II. Discutiendo que: “Si es el río u otra serie de cosas”, “Que si la gente se ubicó con permiso o sin permiso”. Y el exalcalde Coro: “….van a protestar si se les impide asentarse” (Canal Antigua). Pero nadie hablo de la falla donde está Santa Catarina y que sigue concentrando energía, que es lo importante. En fin, fueron una serie de discusiones sin sentido cuando estamos en una ciudad asentada dentro de un país arrugado, debido a dos placas geológicas, la del Caribe y la de Cocos, una placa muy activa a lo largo de la costa del Pacífico. Entre ambas forman un “triángulo de la muerte” alrededor de Guatemala. Y 33 volcanes, como el “bello” de Fuego, al que se admira, que vive en actividad y que ocasionó el desalojo de Ciudad Vieja. Y el de Pacaya, que formó el Valle de la Ermita.
Después de la destrucción de Santiago (Antigua), por el terremoto de Santa Marta, en 1776, la Ciudad de Guatemala se traslada al Valle de la Ermita, donde lleva ya una serie de terremotos, siendo los más importantes los de 1830, 1839, 1863, 1902, 1917-1918; y el más tremendo fue el de 1976, con la activación de la falla del Motagua, el cual provino de la Placa del Caribe, donde está esta. Esta ocasionó más de 10,000 derrumbes, activó una serie de fallas, siendo en Chimaltenango donde más fallas se concentraron y la destruyó.
En Guatemala activó la falla de Mixco y otras dentro del municipio. Este evento dejó una serie de advertencias como las fallas, roturas de terrenos, derrumbes, 58,000 viviendas destruidas, 23,000 muertos, 76,000 heridos y 22,000 familias marginales sin vivienda, que hubo que situar en un plan de galerización (Simposium 1976).
Es corriente que después de los desastres ocasionados por los fenómenos sísmicos, centrar el interés a la discusión de los problemas estructurales de las edificaciones. Como el que estuve trabajando en un proyecto arquitectónico junto al ingeniero J.J. Hermosilla, ya en pleno desarrollo de planos sucedió el terremoto de Nicaragua, al que el ingeniero asistió y regresó con una información de urgencia y nos indicó: “Hay que cambiar las distancias y el calibre de los estribos de las armaduras de hierro, en especial las uniones con otras estructuras”. Este pequeño detalle sostuvo el edificio en el terremoto del 76. Sin embargo, existen otras variables que deben de tomarse en cuenta, tal como lo hemos visto, que es el problema urbano. Guatemala sufre una carencia de desarrollo urbano en la mayoría de nuestras llamadas ciudades. Y en cambio tenemos reunidas en una sola la Ciudad de Guatemala con las peculiaridades de una metrópolis, una alta concentración humana, cultural, económica, política y de servicios, lo cual es un lastre para la economía y el desarrollo del país. Por lo que ante la posibilidad de que en pocos años suceda otro terremoto, según los geólogos, debe ser obligatorio realizar estrictos planes de ordenamiento territorial y estructural, que deberán manejar las municipalidades. Sobre todo, ahora ante una serie de construcciones empíricas producto de las remesas. Pues según estudios: “La experiencia de Guatemala hace necesaria una combinación de esfuerzos e información de la deformación geológica relativa a los movimientos de las placas y una información de la red de sismos y su análisis, en el orden de establecer la posibilidad de un terremoto futuro y estimar el riesgo de aquellas zonas potenciales de desarrollos poblacional, además de los estudios geológicos y sismológicos para en caso de otro terremoto en estas áreas” (Tocher, Turcotte, Hobood).