Religión, migración o prisión

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Y no solo los abandona, sino que después de favorecer un contexto que los convierte en drogadictos, analfabetas o delincuentes, los criminaliza.

Por ello llama la atención la propuesta del diputado Lira, de Encuentro por Guatemala, que en este río revuelto de niñez migrante, plantea una iniciativa de ley que busca ampliar el número de años de prisión para personas menores de 15 años en conflicto con la ley.

Dicen que es una iniciativa que pretende ser disuasiva; yo digo que es una iniciativa de quienes no tienen iniciativas serias para cambiar de fondo las condiciones de un país que lleva décadas violentando a sus más jóvenes. Es una iniciativa que se corresponde bien con un Estado policial y militarizado, con agendas de seguridad definidas desde fuera, que no ponen en el centro los derechos humanos.

No lo digo desde el discurso, sino desde una práctica de años con niñez abandonada, violentada, sin esperanza. La política es principalmente masculina y los hombres no atienden temas de niñez; además, la niñez no vota.

Eso se ve reflejado en tres cosas: la primera es que ninguna agenda política de Guatemala ha puesto en el centro de su quehacer a niños, niñas y jóvenes del país; la segunda es que esa miopía se expresa claramente en los presupuestos anuales, que no reflejan una respuesta congruente con la situación de abandono al que ha sido condenado históricamente ese amplio sector de la población.

La tercera es que las cifras y los hechos sobre la situación de la niñez, están a la vista.

Me llama la atención que nunca como ahora se le dio tanta cobertura mediática al tema de niñez en los medios de la región centroamericana, México y Estados Unidos. Está claro que el partido republicano en este último país encontró la oportunidad de ponérsela difícil al presidente Obama y a su partido demócrata, de cara a las siguientes elecciones.

Esta situación ha despertado viejas pasiones xenófobas, ha corrido hasta nuestras fronteras el Estado policial estadounidense y toca profundamente el corazón de la “democracia” (qué mal tan necesario).

¿Y qué hace nuestro gobiernito?, firmar un acuerdo bilateral de seguridad con Estados Unidos, que de acuerdo solo tiene el nombre, porque es una imposición de tareas que, prácticamente ha de realizar solo Guatemala para asegurar bien la última frontera al norte. Por otra parte, se compra la idea de la “coyotización”, como si solo los coyotes fueran responsables de la migración irregular, indocumentada e ilegal.

Este fenómeno tiene que ver con el hambre, con la miseria, con la falta de oportunidades, con la ceguera de las élites que gobiernan este país históricamente y con los silencios cómplices de gente de la sociedad civil que tiene voz para poder nombrar lo que ve.

El Gobierno y sus operadores políticos también se compran la banderita de los republicanos, que busca criminalizar a los padres y madres por haber dejado a sus muchachitos migrar. Esto es perverso, porque aunque es cierto que hay padres que usan a sus hijos para lograr sus propósitos, no podemos responsabilizarlos por querer vivir mejor de lo que viven acá. ¿Quién no haría lo mismo en idénticas circunstancias?.

Es un hecho: los niños, niñas y adolescentes no se quedarán en Estados Unidos, porque no son mano de obra como los mayores, porque no tributan, porque representan gasto, porque no votan y porque las leyes internas de aquel país obligarían a tratarlos con cierta consideración.

Su regreso preocupa, porque las redes de trata están al acecho, porque la posibilidad de darlos en adopción les habrá abierto los ojos a los comerciantes de la vida, porque el desarraigo lo viven una y otra vez, y no entienden nada. Yo tampoco entiendo nada.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:
Carolina Escobar Sarti
Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.