SI ME PERMITE

Respondamos por los niños

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“Los niños adivinan qué persona los ama. Es un don natural que con el tiempo se pierde”. Charles-Paul de Kock.

Hemos celebrado el Día del Niño y, sin lugar a duda, para cada uno de ellos ha tenido un significado diferente y lo ha registrado en su mente como todo niño sabe hacerlo con todas sus particularidades conforme cada uno está construyendo su mundo.

El cuestionamiento de fondo es que es muy sencillo y fácil un día al año dar al niño la atención y ocuparse con él para alegrarlo por su día. La verdad es que ese niño no pidió ni entendió por qué vino al mundo. Eso, como mayores, nos pone en una posición de responsabilidad, primeramente en suplir todas las “necesidades” de ese niño para que su llegada a este mundo no sea un sinsabor sin explicaciones. Entiéndase que estamos recalcando que son las necesidades, sean estas entendibles o no para el niño. Uno sabe lo que corresponde y lo que es correcto, y hay que hacerlo. Posiblemente muchos “gustos” quedarán en una lista de espera, pero eso no es problema y cuando sea grande lo entenderá.

En la sociedad como la de hoy vivimos situaciones tan encontradas, en un extremo levantando banderas de derechos del niño y por el otro no se le presta la atención elemental a cada uno y se le permite tener derechos que mañana se revertirán en contra de él y le harán daño, como el caso de escoger cuando el niño no sabe percibir. Además se le complacen gustos y lo único que se alcanza es una indisciplina y falta de dominio propio que podrá afectar lo productivo o útil que puede ser mañana.

El día del niño que celebramos cada año debería ser un momento en el cual nos podemos dedicar a hacer un inventario de lo que hemos hecho hasta aquí y lo correcto que hemos logrado para él, y luego evaluar nuestra proyección para enfrentar las necesidades y sueños que ese niño tiene y si estamos dispuestos a caminar con él aunque sea a cuesta de nuestros sueños para que el día de mañana, cuando tengamos la oportunidad de una verdadera retrospección, veamos que la inversión ha sido más que provechosa y el niño que está creciendo está encaminado para ser una persona ejemplar.

Los medios informativos locales como también los internacionales incluyen entre sus notas noticiosas historias tristes que involucran a niños, las cuales, cuando uno las lee, se pregunta con sentimientos encontrados: ¿Quiénes son los responsables de ese niño para que no hayan tenido el cuidado de proteger y atender a ese niño indefenso? En muchas cosas de la vida social se nos obliga a responder y pagar daños por una simple responsabilidad civil, lo cual tiene sentido y razón, en casos aun en los cuales no hubo mala voluntad pero la realidad nos hace responsables. En ese perfil deberíamos también concebir que hay una responsabilidad para con esos niños, que posiblemente no nos pasen la factura para pagarla, pero el niño, cuando crece y avanza en la vida, tiene sentimientos y criterios por aquellos descuidos nuestros como adultos para con esos niños.

Que este año, al haber generado un momento de alegría y haber visto las caritas alegres de ellos, planifiquemos lo que nos toca hacer en bien de ellos día tras día y en los años venideros hasta que ellos tengan cómo valerse por sí mismos. Eso no es tarea de cualquiera, sino únicamente de aquellos que cuando pregunten de quién es este niño respondan: es nuestro. Socórrenos, Dios, por amor a esos niños.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.