Lo sabremos… ¿y luego?

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En el artículo en cuestión, se anuncia que ha sido lanzado el primer Observatorio Global Forestal por grupos medioambientales, con el propósito de rastrear el proceso de deforestación en todo el mundo casi en tiempo real. Esto será posible gracias a la tecnología de Google en colaboración con satélites de la Nasa, y cada uno de nosotros podrá acceder libremente a la información en la página www.globalforestwatch.org/map, que será actualizada cada mes. Esta plataforma permitirá ver de cerca la relación que se ha establecido entre la gente y las empresas con los bosques, y cambiará—ojalá de fondo— la manera en que se ha venido gestionando esa relación de depredación y destrucción sin control. “Desde ahora, los chicos malos no se podrán esconder y los tipos buenos serán reconocidos por su liderazgo”, dijo Andrew Steer, presidente del World Resources Institute cuando se dio esta noticia.

Suena bien. Se podrá, desde cualquier computadora, contrastar si se cumplen los compromisos de respeto a los bosques de parte de empresas y proveedores. Los gobiernos también podrán usar esta información como base para el diseño de políticas más inteligentes, para identificar la deforestación ilegal y gestionar, de manera más sostenible, los recursos forestales. Es definitivamente una herramienta muy útil.

PERO —así con mayúsculas—, para todo lo anterior se necesitaría un lector informado de los temas y compromisos medioambientales que cada gobierno, grupo de personas o empresas han adquirido respecto de bosques y selvas. No basta con leer la deforestación, sino hay que saber traducirla, conociendo los intereses que involucra, el contexto medioambiental en el que se produce y las relaciones de poder que se dan en torno a ella. La deforestación no es un fenómeno que por sí mismo cause todos los males medioambientales del mundo, sino que se inscribe en una “lógica deforestadora” que impide que el mundo se regenere a un ritmo que permita un uso más racional y universal de los recursos.

Según el artículo de EFE, los países con la mayor incidencia de deforestación son Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos e Indonesia. Casualmente, cabe recordar que algunos de esos países son también los grandes emisores de los gases invernadero que causan el calentamiento global, entre ellos Estados Unidos, Rusia, Japón y Canadá. La debilidad en el cumplimiento de los compromisos por esos cuatro países en este sentido, se plasmó en su no-voluntad política de respaldar la prórroga a los compromisos del Protocolo de Kyoto, un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero y tres gases industriales que causan el calentamiento global. Al 2009, por ejemplo, cuando ya 187 Estados habían ratificado el Protocolo; al 2014, Estados Unidos, considerado el mayor emisor de gases invernadero en el planeta, no lo ha ratificado. Con todo, el desarrollo de la web de Global Forest Watch es financiada por más de 40 grupos medioambientales y agencias gubernamentales de Estados Unidos, Noruega y el Reino Unido.

Me parece un ejercicio interesante de seguir y creo que hay desplazamientos importantes entre centros y periferias que algo nos están diciendo. En cinco o 10 años, cuando el aire nos llene los pulmones, sabremos si será tan escaso que tendremos que pagar por él, o tan abundante que nos hablará de bosques crecidos.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.