CABLE A TIERRA

¿Servir para gobernar?

Ya son varias las ocasiones en que el presidente Morales menciona en sus alocuciones públicas que si bien él no está preparado para gobernar, sí lo está para servir, empleando dicha frase como un contraargumento a la crítica que se hace a su falta de experiencia en los asuntos públicos.

A pesar de ser el jefe de un Estado laico y representar la unidad nacional, Morales está usando un versículo del Nuevo Testamento para construir en el imaginario social una alegoría que le permita por un tiempo más, al menos, crear una línea de defensa ante todos los ataques que ya ha tenido y los que anticipa tener. Concretamente, me refiero al versículo bíblico de Mateo 20:27: “El que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro siervo”… El mensaje subliminal que lanza a su audiencia adquiere más sentido y fuerza cuando se leen los versículos previos: “Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean sobre ellos… Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande, será vuestro servidor”.

Quiero dejar claro que no me parece en absoluto que un funcionario público apele a la fe de las personas para construir su defensa política; menos aún, cuando quien lo hace es el propio presidente. Pero esa postura no me impide reconocer que mucha de la gente que le escuchó pudo conectarse con su mensaje desde dos perspectivas: la religiosa, por un lado, siendo que apelaba sutilmente a un mensaje bíblico para combatir a sus críticos; y por el otro, con el repudio que genera en la actualidad la casta política —y la burocracia pública—, que se ha aprovechado de sus puestos para devengar para sí, a costas del pueblo.

Otra interpretación posible podría emanar del concepto de “Liderazgo para el servicio”, desarrollado en la década de 1970 por Robert K. Greenleaf, que define al líder o cabeza de una empresa o equipo como aquel primer servidor que pone suma atención al desarrollo de su equipo, creándole las condiciones para que este sirva a su vez a la población a quien se debe la organización. Se trata de romper con el esquema de que todo opera en función de satisfacer a la máxima autoridad —el dueño o el “CEO” de la empresa, el director de una entidad, o en este caso, el presidente, un ministro, o secretario—, con lo cual este aumenta su propio poder y/o riqueza para cambiarlo por un estilo de liderazgo “habilitador”, donde la máxima autoridad trabaja para crear las condiciones que permiten a su equipo de trabajo cumplir con los objetivos que se ha trazado, reconociendo a la población como la prioridad y razón de ser de esa entidad. Estaríamos bien si esta fuera la correcta interpretación de sus palabras, pero eso aún está por verse.

Por el momento, “servir y no gobernar” parece más una retórica útil para navegar un rato más en las turbulentas aguas de la conducción del Estado. Mientras tanto, ojalá vaya aprendiendo el significado de su rol y las implicancias de la enorme responsabilidad que ha adquirido. Lo peor que puede hacer es parapetarse tras esa frase, mientras otros llenan el vacío de poder y gobiernan en y con su nombre para mantener sus privilegios.

Va la primera semana y todavía no vemos claro cuál va a ser el rumbo. Si usted va a desarrollar un “liderazgo para el servicio”, la primera prioridad debería ser clarificar qué hará con la SAT, cuándo se nombrará su nuevo Directorio y cómo levantará la institucionalidad del Minfin. Sin flujo de caja, la ingobernabilidad acechará rápidamente su administración. Tal vez así caiga en cuenta que la ecuación va al revés: para servirle al país, necesitamos que comience finalmente a gobernar.

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