CON NOMBRE PROPIO
Sin debate
Jimmy Morales y Sandra Torres accedieron a la invitación de Prensa Libre, Guatevisión y la embajada británica para presentar sus propuestas. Expusieron, pero no debatieron.
Es increíble que ante la tragedia de Santa Catarina Pinula, a pocos kilómetros de donde se desarrolló la actividad, ninguno de los dos contendientes presentara correctivos y sobre todo asumido la responsabilidad estatal frente a la tragedia. Claro que la Municipalidad de Santa Catarina Pinula tiene mucho que explicar, pero el urbanismo en el país o da un vuelco de 180 grados o todos, sin importar la condición social, nos convertiremos en las nuevas víctimas, y esto debe tratarse por quienes piensan sentarse en la silla presidencial; es un tema de Estado. Ambos candidatos ofrecen lo mismo, quizás con algún cambio de estrategia entre uno y otro, pero en esencia, si queremos buscar diferencias, las debemos encontrar con lupa y en los pasados de los candidatos, o en el análisis de sus equipos, no en las ideas, y no vale votar así.
Ahora que la televisión nos muestra en tiempo real el mundo entero, vemos debates en los Estados Unidos, en el Reino Unido, en Chile y en España, por ejemplo, y allí no hay miedo de exponer la idea y que esa idea se discuta en forma frontal y clara por el adversario. El elector debe poder escoger y para escoger debe basarse más que en prejuicios y chismes en lo que significa el voto por uno y lo que es el eventual voto por el otro. El debate del lunes dejó un mal sabor. No hay compromiso por diferenciarse, las ideas no afloran, las propuestas no aterrizan y el discurso light es la opción mostrada.
Sandra Torres y Jimmy Morales compiten para administrar un Estado quebrado, y la quiebra no es solo de dinero, sino moral. La moral tributaria está por los suelos y la moral del servidor público, más abajo. En concreto, ¿qué pensarán los candidatos para combatir la corrupción? Si nos dicen que con la Cicig y el MP lo harán, amolados estamos, que la responsabilidad penal no es suficiente para ese fin. La corrupción es estructural y además desgarra la democracia y la institucionalidad republicana; por lo menos en ese tema deberían existir propuestas concretas, escritas en papel y debatibles. La conflictividad en el país por temas mineros, territoriales, ambientales, de urbanismo, de acceso a los servicios básicos está a la vista. Cientos de alcaldes corruptos cobran una tasa de alumbrado público discrecional y abusiva para que el Inde subsidie la tarifa social y así ellos logran una “caja chica” para lo que les dé la gana. Esto se debe cambiar, esto lo debemos transformar, entre tantas otras cosas. El país, si queremos pensar en el futuro, merece trato especial. La crisis es frondosa, pero la juventud está ávida por participar; y así, mientras los pactos colectivos estatales han destruido el derecho de trabajo, el mercantilismo en el Ministerio de Economía ha destruido la competencia y el derecho mercantil. Así que material hay suficiente, esperemos por lo menos que se animen a confrontar y no ser, como bien me dijo un amigo, dos contenientes de un mismo gremio compitiendo por la nueva junta directiva.