Sumas y restas
Y las obras, muchas de ellas inconclusas para la eternidad, no compensan ni en mínima proporción el sacrificio de su costo para los contribuyentes.
El papel de la prensa en la defensa de los valores democráticos es esencial. Lo denunciado por medios internacionales sobre actos de corrupción que involucran a altas autoridades no debería caer sobre una taza de leche en lugar de avivar la atención ciudadana sobre un tema capaz de hacer temblar los cimientos institucionales. Una ciudadanía responsable no solo debe exigir respuestas, también involucrarse en los temas y no abandonar sus derechos cívicos por comodidad ni por temor, dejando el espacio libre para quienes abusan del poder.
El resumen del año, aun cuando en la suma general sea desolador, debería considerarse un punto de partida para realizar cambios de rumbo y corregir errores estratégicos de enormes consecuencias. No solo se han profundizado las carencias de un alto porcentaje de los habitantes de este país —basta calcular el aumento sostenido de precios de la canasta básica—, sino también han salido a relucir obscenas fortunas de políticos, quienes las exhiben sin disimulo alguno y, más grave aún, negándose a informar sobre sus orígenes.
Guatemala está cayendo en una pendiente y presumir de los modestos avances conseguidos en los temas de mayor impacto es casi un gesto de cinismo. Es cierto que subió algunos puestos en los indicadores de transparencia, pero todavía se cuenta entre los países más corruptos de América Latina y sus niños mueren de inanición.
Su sistema de salud pública colapsó, los resultados de sus políticas públicas en el tema educativo se reflejaron en pésimas evaluaciones de estudiantes y maestros, y las promesas de respetar el derecho de las comunidades a las consultas populares fueron traicionadas. En cambio se aplicaron tácticas represivas propias de gobiernos dictatoriales, percibiéndose un enorme desequilibrio entre la violencia contra las comunidades y la protección concedida a empresas cuya presencia es rechazada por estas.
El balance, por lo tanto, no ha sido positivo, y aun cuando las fiestas de fin de año vienen a echar una nube rosa sobre esta innegable realidad, el aterrizaje de enero deberá despertar el propósito de trabajar por una corrección política indispensable para retomar el rumbo correcto de la gestión pública.
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