Tiempos de cambio
Cuidadito y se hablaba de las otras realidades del país, pues en ese fervor embriagante, quien osara revelar la otra cara de la moneda sería condenado al tribunal que clasifica crustáceos. El año pasó por terremotos y crisis políticas como la matanza en Toto y cerró con un desorganizado e insípido acto celebrando el 13 bak’tun en Tikal.
Muchas personas se preguntan qué más se necesita para cambiar al país. La respuesta no es sencilla, pero definitivamente no radica en cerrarse en un nacionalismo light sin comprender, o sin querer ver, los problemas estructurales del país.
Por ejemplo, ¿cuántas personas que visitaron hogares en el campo conocen y apoyaron la propuesta de ley de desarrollo rural?, ¿cuántas personas que abogan por el cambio individual ejercen su derecho como ciudadanos a romper con la concentración de poder económico, de recursos productivos y de privilegios que impera entre generaciones en una élite de la que seguramente no forman parte?, ¿cuántos de nosotros, que en realidad deseamos un cambio positivo para el país, conocemos los orígenes del levantamiento armado interno y las indeseables consecuencias de no haber vinculado los acuerdos de paz en la Constitución y como agenda prioritaria en la agenda nacional? Es que el país no va a cambiar con que salgamos un fin de semana a convivir con la pobreza si al regresar a casa seguimos creyendo en las absurdas dicotomías capitalismo-comunismo, izquierda-derecha, ricos-pobres, malos-buenos y las prácticas discriminatorias que sistemáticamente busca imponer la agenda mediática del poder concentrado para consolidar su statu quo. No podemos esperar cambios de rumbo en el país si después de visibilizar la violencia intrafamiliar la cervecería continúa irresponsablemente patrocinando eventos familiares y deportivos, imponiendo su marca a menores de edad, fomentando el consumo de cerveza desde tempranas edades. De nada sirve celebrar una medalla olímpica si no empujamos como ciudadanos a favor de políticas públicas que mejoren las oportunidades de desarrollo individual de las mayorías del país que probablemente nos colmarían con medallas en diversas disciplinas deportivas y artísticas. Políticas que le corresponden al gobierno (nacional y local) brindar y a los ciudadanos demandar y auditar.
Este 2013 puede ser de cambios de fondo, si nos involucramos y nos informamos, si comprendemos de una sola vez que en Guatemala muchos problemas se resolverían al apoyar las políticas e iniciativas que rompan con la concentración de poder intergeneracional de una élite en lo económico, político, mediático y social.