El estilo chocante y grosero de Trump ya tenía a los liberales y progres del mundo entero iracundos. Jamás pensaron que tal espécimen con el estilo y el discurso más políticamente incorrecto de un candidato en la historia electoral estadounidense podría jamás ganar la presidencia, y por el contrario, más bien serviría de trampolín para lanzar hasta las alturas del dominio global, el cometa progresista, liberal, izquierdista, marxista, anticapitalista, colectivista, antiglobalización, feminista, abortista, ecohistérico, progay/LGTB, anticristiano, ateo y demás yerbas con olor de azufre del campamento progre global preparado por el multimillonario lobby, para coronar con listón y tafetán el reinado de Hillary Clinton.

De Trump no apruebo su arrogante e irrespetuosa entrega discursiva. Sus imprudentes e improvisadas órdenes ejecutivas antiterroristas; la construcción del muro y el patán e inconsiderado estilo de tratar a México —su mejor y más importante vecino y socio económico. Si agregamos a esto sus irreflexivos comentarios atacando el intercambio comercial global con justificaciones tan elementales como “vamos a hacer buenos tratos”, se comienza a delinear un panorama poco alentador para el mundo entero.

Y es lamentable porque Trump tiene razón en muchos temas de trascendencia si los abordara con mayor serenidad y prudencia. Mientras escribo esta columna me entero de las pruebas de misiles efectuadas por Irán en clara violación de los acuerdos de control nuclear firmados y celebrados con tanta fanfarria hace unos meses.

Con la orden ejecutiva prohibiendo el ingreso temporal de inmigrantes de países islámicos, Trump se está gastando valioso capital político generando una ingobernabilidad gratuita a lo interno y un resentimiento global contra los Estados Unidos en lo externo, por no saber transmitir la importancia del combate al extremismo islámico. Un poco más de información al público y a sus agencias de seguridad aclarando el alcance de la orden ejecutiva y la metodología de ejecución, habría ahorrado el caos y confusión resultante.

Lo mismo sucedió con las declaraciones sobre el tratado comercial, la construcción del muro y el pretendido impuesto a los productos mejicanos; temas en los cuales ambos países han admitido la necesidad de modernizar un acuerdo ya obsoleto que tiene décadas de haber entrado en vigor. El resultado neto fue un crecimiento del sentimiento anti Trump; un fortalecimiento político interno de México y una avalancha de críticas de los mejicanos y migrantes latinos.

Pero al margen de esto hay que admitir el enorme sesgo que los medios estadounidenses tienen en contra de Trump desde antes de las elecciones. La crítica, la cobertura sesgada, la falta de objetividad están a la orden del día. La diferencia en la cobertura de las últimas dos marchas en Washington comprueban el enorme sesgo existente. No solo violaron elementales normas de periodismo al participar sesgadamente en la selección temática, la formulación de las entrevistas y en la sobredimensión de los reportajes, sino que mal informaron al público estadounidense al no cubrir objetivamente la marcha Pro Vida correctamente. Una manifestación con una participación apoteósica.

El libro de Bernard Goldberg, renombrado periodista y corresponsal durante más de 28 años del conglomerado CBS, sigue causando revuelo. La publicación de su libro BIAS (Sesgo), publicado en el 2002, y posteriormente Arrogance, en el 2004, una extensión más rigurosa del primero, tiene a los liberales (demócratas) furiosos y reactivos. La causa de tal debate son los resultados de una investigación que Goldberg revela en su libro, efectuada por renombrados académicos, la cual comprueba que la mayoría de la prensa estadounidense tiene un sesgo liberal por la “forma, énfasis y enfoque” en que abordan sus reportajes. También por el hecho de que su autor es “uno de ellos”, es decir, un colega periodista con mucha credibilidad, ganador de cinco Emmys y reconocido “liberal”.

Trump metiendo la pata y la prensa izquierdista en contra. Mala fórmula…

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