EL QUINTO PATIO
Un camino difícil
Nada más estimulante que un encuentro con las generaciones que vienen después que nosotros, en especial cuando la distancia es significativa en términos de edades, experiencia y visión del mundo. Así fue el vivificante encuentro con un grupo de cinco jóvenes estudiantes de la Universidad de San Carlos el sábado recién pasado.
Es evidente que a veces el peso de una trayectoria prolongada y desafiante, en muchos aspectos, tiende a aislarnos en una actitud de “misión cumplida”, y de ese modo observamos desde una distancia segura lo que hemos construido o dejado de construir para quienes vienen después. Sin embargo, es un hecho que estamos dejando sobre los hombros de las jóvenes generaciones una carga importante de esfuerzo para reparar muchas de las deficiencias que hoy han colocado al país en la lista de los más vulnerables e inseguros del mundo.
Uno de los aspectos más desafiantes para la juventud de hoy es haber heredado un ambiente político desacreditado. Su primera experiencia como electores viene acompañada de un enorme bagaje de dudas y decepciones, ante un sistema que ya reconocen como un obstáculo para el desarrollo del país y frente a la disyuntiva de actuar como ciudadanos responsables o esperar a que las cosas mejoren algún día no tan lejano.
Una conversación relajada y amistosa con una taza de café me hizo reflexionar sobre el peso delegado a esta nueva ciudadanía pujante y cargada de sueños. Porque aun cuando se haya producido en los meses recientes un despertar del pueblo contra los vicios inveterados de las castas dominantes —tanto en la administración del Estado como en la economía— el camino restante será arduo y de largo aliento, para llegar por fin al momento de reconstruir las bases de la democracia en un clima apto para el desarrollo de esta nación.
El mes de octubre —con la celebración de los días de la niñez y de la niña— es propicio para tomar conciencia de la responsabilidad que nos corresponde asumir sobre las condiciones de vida actuales. Preguntarnos por qué la mayoría de la población está privada del acceso a la educación básica y, por consiguiente, lejos también de obtener alguna especialización técnica o profesional que le brinde las oportunidades de crecimiento y disfrute de una mejor calidad de vida.
Es el momento de comprender que las nuevas generaciones, las cuales ya vienen con todas las desventajas de un subdesarrollo inducido por los abusos del poder y la debilidad de las instituciones del Estado, tendrán en sus manos instrumentos insuficientes para la labor que les espera más adelante.
Es prioritario, entonces, reparar las deficiencias provocadas por la corrupción, el clientelismo político y el abuso de los recursos disponibles, aprovechando la coyuntura actual para exigir un trabajo legislativo probo y efectivo, así como el redireccionamiento de las políticas públicas para hacer de ellas un motor de desarrollo incluyente y adecuado a las condiciones del país. El entusiasmo ciudadano por hacer valer sus demandas debe incluir también una toma de conciencia sobre el difícil futuro a enfrentar por quienes regirán al país por los próximos 50 años.
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