FAMILIAS EN PAZ
Una Navidad distinta
La época navideña genera un ambiente de cordialidad, que nos invita a disfrutar de una época de amor y paz; las luces y la algarabía en las calles son parte de una estrategia comercial que, sumado a las tradiciones, nos invitan a consumir, corriendo el riesgo de olvidar el verdadero sentido de la celebración, reduciéndola a un hecho social del cual muchos sacan provecho.
Pero para algunos, se convierte en una época de tensiones o de frustraciones ante la demanda de recursos, cuando buscamos agradar a los demás con fiestas y regalos, por lo cual ocupan su tiempo en buscar los mejores presentes, las más bonitas decoraciones y los más deliciosos platillos para crear un momento “perfecto”.
Pero no hay momento más perfecto que aquel que considera el verdadero motivo de la celebración. Para ello es necesario que nos alejemos del bullicio y del estrés para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios, que fue darnos el regalo más grande que un ser humano pueda recibir, el perdón de sus pecados. Esto trae al corazón de quien lo acepta: paz, alegría y felicidad, dándole la más firme esperanza para vivir confiado en este mundo convulsionado.
Si Él no es el centro de la celebración, todo lo demás es vacío y sin propósito, se convierte en una fiesta más, una tradición sin sentido. Pero cuando está presente es un reconocimiento al más grande acto de amor y misericordia de Dios hacia la humanidad, que nos motiva a compartirlo. ¿De qué manera? Por ejemplo, en lugar de comprar presentes ¿por qué no mejor estamos presentes para aquellos que nos aman? Con seguridad ellos valorarán tu presencia física más que cualquier regalo que puedas darles. Si has abandonado a los tuyos o te has distanciado de ellos, es buen momento de volver, verás cuánto bien puedes hacer con un pequeño acto de humildad.
En lugar de envolver regalos, ¿por qué no mejor cubrimos a alguien con un abrazo sincero? No te imaginas la cantidad de personas a tu alrededor que anhelan que alguien se interese en ellas. Con frecuencia un sencillo gesto de amor puede hacer la diferencia en sus vidas.
En lugar de comprar comida para una cena perfecta, mejor bríndala a quienes no solamente no podrán cenar esa noche, sino que también durante el año pasaron hambre. Solo tienes que ver a tu alrededor para ver que hay necesidades más grandes que las tuyas, pero hoy tu puedes devolverles la esperanza en la humanidad con un simple acto de generosidad.
En lugar de comprar ropa nueva, ¿no sería mejor regalarla a quienes no tiene un abrigo para pasar el frío? Estoy seguro de que no solamente les quitarás el frío en la piel, sino también en su alma.
Finalmente, en lugar de encender las luces, ¿no sería mejor conocer y presentar a quien es la luz del mundo? Jesús es la expresión del más grande acto de amor de Dios y la única solución a la necesidad más grande del ser humano: la de ser personado.
Esta Navidad puede ser distinta para muchos si nos alejemos del bullicio para celebrarla de una manera distinta, compartiendo del amor de Dios con pequeños actos de misericordia que pueden hacer la diferencia en la vida de una persona. No es tiempo de consumir, sino de bendecir a otros. Feliz Navidad.