Urgencias nacionales
a la colectividad todos estos meses anteriores, pero especialmente para hacernos firmes propósitos de contribuir en la construcción de escenarios diferentes, que nos permitan pasar el umbral del 2011 sin esta angustia en la que nos hemos mantenido.
Nuestro ámbito individual es importante para alcanzar esa meta, pues cada persona hacemos la suma de todos, pero no es lo fundamental, sobre todo en una sociedad que, como la nuestra, continúa fraccionándose intencionalmente, lo que nos llevará a hundirnos cada vez más en el averno donde todos los males confluyen y lo contaminan todo; nadie puede salvarse, por mucho oro, dinero, poder y odio que tenga, pues estaremos en un mismo territorio podrido y, salvo aquellos que decidan emigrar, no como mojados, sino a vivir su exilio dorado en otros lugares, los demás tendremos que permanecer en un continuo lamento y zozobra.
Pero también como sociedad hemos mantenido una actitud que se ha traducido en la mutilación de enormes segmentos de la población que nunca podrán sentirse parte de esta Patria, pues los reiterados gobiernos y la indiferencia social los mantienen en condiciones infrahumanas. Venimos arrastrando esa cauda de injusticias desde hace siglos. La retórica que promete y no cumple ha sido la constante y el engaño sempiterno. La gente hace como que cree mientras recibe esas migajas que se le dan para disfrazar la insaciable voracidad de los gobernantes de turno y de su círculo cercano, ambición que se expande a otras esferas y que contagia todo el Estado. Estamos con la frustración a flor de piel. Queremos tener fe, pero la experiencia y el engaño se interponen entre la confianza intencionada y nosotros.
Por eso es imperdonable el legado de esta administración que se va y que todavía se precia al final de haber actuado con corrección y a favor de las mayorías, cuando el despilfarro, la falta de probidad, los negocios turbios y el aprovechamiento de sus allegados, colaboradores y financistas están a la vista. No se vale blandir banderas con la mano izquierda y avorazarse con la derecha. Es inaceptable todo el uso que hicieron de simbolismos, de mártires y de historia.
En este año que iniciaremos es impostergable la protección de nuestras vidas, para que al final ya no se reporten 24 mil muertes violentas que dejaron luto y dolor en los hogares. Es indispensable que ya no se sigan graduando de pobres, sino que ese enorme porcentaje pase a tener una vida digna. Es urgente que se combata la desnutrición. Es imperativo frenar las muertes maternas y la violencia intrafamiliar. Es urgente romper con la impunidad, tanto como encontrar nuestra paz interior y la construcción de un país donde la vida no sea esta constante desconfianza, temor y venganzas recíprocas.
Que estos deseos nos sean cumplidos. Que nuestra existencia cambie de signo y que en Guatemala encontremos el camino que nos conduzca a lo que aspiramos.
¡Que la paz y la felicidad sean colectivas!