DE MIS NOTAS
Visión copy paste 2009-2019
Han pasado nueve años desde que escribí una columna que titulé: Desviación de la Visión. Leyéndola hoy, uno se percata de que en el 2009 vivíamos el mismo síntoma de la misma enfermedad que hoy nos aqueja: un país sin rumbo, sin norte y con una brújula, dando volteretas alocadas, jalado por los mismos imanes de entonces. Leamos:
“..Desviación de la Visión: Uno se pregunta por qué hay diferencias tan abismales en Guatemala. En otros países los colores de los indicadores de desarrollo humano están distribuidos en un rango mayor de matices. Aquí es blanco y negro. Los que tienen y los que no. Una clase media que debería ser el gris dominante es una de las más pequeñas del Latinoamérica. Pero abunda el negro. Un negro que nos ha dejado una larga oscuridad histórica y secuelas socioeconómicas aún en plena efervescencia.
Y si la ruleta del destino ha tenido, y tiene, más espacios negros que blancos, evidentemente el responsable ganador es este sector. Ha puesto y quitado presidentes, influido en todas las administraciones, corrompido a no pocos, comprado leyes, y en numerosas ocasiones ha impedido la libre competencia y la transparencia para competir en igualdad de condiciones con los que se atrevieron a cuestionarlos con cosas tan simples como reglas de juego parejas, estado de derecho, libre mercado y respeto a las leyes: Mercantilismo, le llaman. Tiene muchos nombres y apellidos.
Eso es del lado del mercantilismo que aún pulula en esta granja, soñando con conseguir un candidato “pico de oro, con huevos y autoridad”.
Evidentemente, en la izquierda ha habido un arcoíris de pecados y delitos, ansia de poder, plata fácil y el manipuleo de las masas para sus fines. Líderes sindicalistas con discursos agotados con más ambición que visión. Activistas politiqueros antes que defensores de sus bases. Sin capacidad de tender puentes o apertura a nuevos paradigmas. Como en todo, hay excepciones. Pero estas golondrinas de ambos lados del río no han podido hacer verano.
Cortoplacismo, improvisación y ausencia de liderazgo son algunos de los síntomas agregados que agobian nuestro país. Y en medio de ese entuerto, gira nuestra política nacional. Con un Estado tratando de sobrevivir dentro de un sistema de profundas fallas estructurales que le impiden funcionar adecuadamente para garantizar la seguridad, la vida, la propiedad, la libertad, dentro de un estado de derecho y justicia.
Ha habido algunos destellos esperanzadores. El último fue cuando los partidos políticos se sentaron para discutir y consensuar el llamado plan “visión de país”. Supuestamente desembocó en un pacto que permitiría impulsar políticas públicas en un plazo de 20 años, “indiferente” al partido que llegase al poder. Estaría avalado por todos y basado en los temas prioritarios definidos: Desarrollo Rural, Educación, Salud y Nutrición, Seguridad y Justicia.
Emergió cuando Felipe González, un actor central de los pactos de la Moncloa, visito nuestro país. De pláticas sostenidas con algunos guatemaltecos surgió la idea de convocar a los partidos a un compromiso de largo plazo que trascendiese las estériles gestiones de gobierno cada cuatro años.
Durante estas pláticas surgieron interesantes observaciones: Teníamos mucho en común con la España de 1978: una larga guerra civil; una clase política desarticulada e incapaz de cumplir con la intermediación propia de su razón de ser; una economía incapaz de atraer inversión con la rapidez demandada por la mayoría de la población pobre; y una población agotada e impaciente con los responsables de la convulsión política. “ /fin de la cita.
La decisión que enfrentamos hoy, casi una década después, es simple: o nos ponemos de acuerdo en esos 4-5 temas vitales que nos persiguen, o volveremos a copy paste 2009-2018. ¿Quién decide?
alfredkalt@gmail.com