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¿Inflación centroamericana? Así es la propuesta para calcular el costo de la vida regional con un único indicador

Al igual que el resto del mundo, la región registra una alta inflación y para medirla de mejor manera, se analiza la posibilidad de crear un Índice de Precios al Consumidor (IPC) común.

Inflación en Guatemala

La división de alimentos ha tenido incrementos constantes en la región. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Centroamérica es visto en desde el exterior como un bloque económico, pero desagregado, que es muy vulnerable a los shocks internacionales, precisamente porque en muchos aspectos, cada país se enfrenta al mundo de manera individual.

Esto aplica para una serie de situaciones que van desde el comercio internacional, hasta la forma de enfrentar las crisis de origen externo, como es el caso de la inflación importada y la forma como ha impactado en cada una de las economías. El resultado común es que el ritmo inflacionario, al menos al cierre de 2022, superó con creces las metas inflacionarias anuales, en los países donde se establecen como un objetivo de política monetaria. A enero de este año, la inflación promedio de la región cerró en 8.36%.

Hay un patrón que rige en la región y es que las mayores alzas en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que ha descontrolado la inflación, están en los precios de los alimentos, transporte y vivienda. Y aunque cada país tiene una estructura de ponderación y división de gastos, en la cual se incluyen bienes y servicios, estas son diferentes a pesar de que en muchos casos se proveen por medio de una misma cadena de proveedores y abastecedores que operan en la región.

¿Construir un IPC regional?

El IPC es el instrumento base para medir la inflación y cada país de la región, tiene una metodología y usos, pero en la mayoría de ellos, la base de cálculo ya supera los 10 años.

Hace algunos días, el Consejo Monetario Centroamericano (CMCA) con sede en San José, Costa Rica, publicó el documento “El Índice de Precios al Consumidor Armonizado: un reto para la región CARD”, del economista Juan F. Izaguirre, de la secretaria ejecutiva del referido consejo, y plantea que “las presiones inflacionarias están focalizadas en la mayoría de los países de la región en los gastos en transporte y alimentos, rubros que se han visto más afectados por el aumento en los precios internacionales de las materias primas, incluyendo insumos agrícolas y la energía”, y aclara que es una opinión que no refleja la posición del referido organismo.

Inicia describiendo que, a comienzos del 2021, en la región Centroamericana y República Dominicana (CARD) se ha registrado una tendencia al alza en el nivel general de precios, a medida que la actividad productiva se recuperó.

El análisis expone que en periodos de alta inflación (como los que se viven en la actualidad), los investigadores económicos se enfocan más en el comportamiento del IPC, y en muchos casos realizan comparaciones entre países, que pueden alterar las expectativas del resto de agentes económicos sobre la evolución futura de los precios y afectar sus decisiones de gasto e inversión.

No obstante, para poder hacer comparaciones intrarregionales sería útil contar con un indicador que proporcione una medida común de la inflación. O sea, un Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que sería un indicador tendiente para homogenizar los aspectos metodológicos más importantes de cada uno de los IPC nacionales, para poder compararlos de mejor manera.

Esto, entre otros motivos, porque en las economías centroamericanas hay unas que cuentan con un esquema de metas de inflación y otras que mantienen un régimen monetario diferente.

Al abordar los diferentes usos del IPC, Izaguirre resalta que “en Centroamérica el IPC constituye una herramienta fundamental en la formulación y evaluación de la política monetaria y es un elemento de referencia para los ajustes relacionados con prestaciones sociales, salarios y pensiones, por ejemplo, así como con los valores monetarios contenidos en los contratos, en el campo jurídico”.

Por otro lado, el IPC debe satisfacer las necesidades de los usuarios por lo que su diseño debe depender de estas necesidades, sobre todo en lo que respecta al alcance y los conceptos del índice, como estos:

  • Análisis de la pobreza: Un índice utilizado para el análisis de la pobreza se debe basar en el consumo y las ponderaciones deben reflejar el consumo total, no solo el gasto monetario. Las ponderaciones deben incluir el valor estimado de la producción para consumo propio y las transferencias en especie. La cobertura estaría restringida a aquellos hogares por debajo del umbral de ingresos que define la línea de pobreza.
  • Indexación de salarios. Un IPC utilizado para la indexación de salarios y pensiones debe tener ponderaciones derivadas de los gastos de los hogares, cuya principal fuente de ingresos corresponda a esos rubros. Además, se deben excluir del índice ciertos tipos de bienes y servicios, como los artículos de lujo o aquellos considerados indeseables (como el alcohol y el tabaco).
  • Medida macroeconómica: Un índice utilizado como medida macroeconómica de la inflación o con fines de política monetaria debe ser un índice monetario. En este caso, el índice debe compilarse utilizando ponderaciones basadas únicamente en el gasto monetario y debe representar a todos los hogares dentro de un país determinado. Además, se deben incluir todos los tipos de bienes y servicios.

 

Hacia un indicador armonizado

Entonces, parte del planteamiento del IPCA debería ser una medida de inflación que genere índices que se pueden comparar y agregar directamente entre países, como resultado de un trabajo de armonización de definiciones y conceptos comunes a seguir por los países de la región.

Por otro lado, se debe tomar en cuenta el uso principal de IPC de los países de la región, en especial si objetivo final es el de seguimiento de la política monetaria, como fin último de “estabilidad de precios”

Al hablar sobre el alcance y cobertura, el autor indica que “si el principal objetivo para compilar un IPC es la medición de la inflación o como insumo para las decisiones de política monetaria, el alcance del índice debe restringirse únicamente a las transacciones monetarias, dado que las transacciones no monetarias no generan ninguna demanda de dinero. Por lo tanto, los gastos imputados, en particular la imputación de alquileres ocupadas por sus propietarios, se deberían de excluir del ámbito de un IPCA”.

Este gasto de consumo monetario final de los hogares (GCMFH) es un concepto más limitado que el gasto de consumo final de los hogares, que incluye transacciones tanto monetarias como no monetarias. El GCMFH es un concepto fundamental que delinea el alcance del IPCA.

Por GCMFH se entiende la parte del gasto de consumo final en que se incurre:

  • Por hogares.
  • En las transacciones monetarias.
  • En el territorio económico de un país.
  • En productos que se utilizan para la satisfacción directa de necesidades o deseos individuales.
  • En uno o ambos períodos de tiempo que se comparan.

El documento remarca que el término monetario es clave. Y significa que, para que una transacción se considere en el ámbito del IPCA, el dinero debe cambiar de manos, y no se refiere sólo al efectivo, sino a cualquier tipo de dinero, incluidas las transferencias electrónicas o las compras realizadas a crédito. Por lo tanto, se excluyen las operaciones imputadas, la producción propia y el trueque.

Cita como ejemplos de algunas transacciones no monetarias a excluir del IPCA:

  • La producción propia para autoconsumo: No hay precios que observar, ya que no es una transacción de compraventa, por lo que habría que imputar precios.
  • El consumo derivado de ingresos en especie: Los hogares también pueden incurrir en gastos no monetarios cuando los empleados adquieren bienes y servicios de sus empleadores como remuneración en especie. Esto puede verse desde un punto de vista conceptual como un hogar que paga con mano de obra (como empleado) en lugar de efectivo. Algunos ejemplos incluyen la vivienda gratuita o subvencionada, las comidas, el uso gratuito de vehículos de empresa para uso privado, etc.

Con relación a una cobertura geográfica, y para fines de análisis de inflación y política monetaria, “lo que interesa es el cambio de precios dentro de un país. Por lo tanto, la cobertura geográfica que se debería utilizar en el cálculo del IPCA es el concepto “doméstico”, que toma en cuenta todo el gasto de consumo monetario final de los hogares dentro del territorio económico, ya sea realizado por hogares residentes o no residentes”.

Entre las principales razones para utilizar este criterio se señala:

  • Al limitar el gasto a los realizados dentro del territorio económico, el IPCA resultante cubre solo aquellas variaciones de precios en las que las políticas monetarias nacionales pueden influir directamente.
  • Se asegura la agregación de los IPCA nacionales y se evita la doble contabilidad.

Para una cobertura de productos, el informe indica que “es esencial que el IPCA se base en un sistema de clasificación claro de bienes y servicios de consumo y que todos los países utilicen la misma clasificación.

Aún no hay propuesta

Sobre lo anterior, se le consultó a Álvaro González Ricci, presidente del Banco de Guatemala (Banguat), quien indicó que, desde la perspectiva del economista del SECMCA, “la propuesta surge como respuesta a la necesidad de contar con una mejor comparación entre los niveles de inflación en los países de la región, sin sustituir los resultados oficiales de cada país, el que, en opinión del autor (Izaguirre), se debería calcular sobre la base de un subconjunto de bienes y servicios incluidos en las canastas de los IPCS oficiales de la región”. No obstante, reiteró que el documento es una opinión del autor de la nota técnica, y no refleja los puntos de vista del CMCA, ni del SECMCA, como el mismo autor aclara en el referido documento.

A la pregunta ¿cómo se puede homogenizar una metodología regional? respondió que el punto de partida para la construcción de un IPC Armonizado Regional debe incluir un análisis exhaustivo de los objetivos a lograr, dado que la utilidad de un indicador como éste puede diferir de un país a otro.

“Posteriormente, si se llega a determinar que el proyecto es de interés regional, se tendrían que evaluar las experiencias internacionales con el propósito de que el proyecto se base en los estándares estadísticos internacionales en esta materia”.

González Ricci destacó que, en 2008, la SECMCA y la Cepal iniciaron el proyecto de Armonización del IPC y Cálculo de Paridades de Poder Adquisitivo para Centroamérica y República Dominicana; sin embargo, los resultados de dicho proyecto indicaron que no era viable.

Por una parte, debido a las diferencias en los patrones de consumo de los agentes económicos en los países de la región; y por la otra, por las diferencias en los esquemas monetarios de cada uno de los países que integran el Consejo Monetario.

Interpretación

Para Fredy Arizmendi Gómez, exfuncionario del Instituto Nacional de Estadística (INE), el documento es interesante, porque desde el inicio muestra las diferencias entre los países en cuanto a los métodos para calcular los índices de precios, pero también da la solución.

Explicó que hay una parte conducente, y en el análisis de pobreza, la importancia es que algún día se pueda comparar la pobreza entre los países vecinos y el nuestro, para lo que es necesario contar con una fórmula de cálculo común.

Recordó que los países han avanzado para hacer estas comparaciones, y se establecen cestas de productos comunes. Citó como ejemplo, que la electricidad se establece una estandarización y se comparan los mismos productos entre los países para contar con una cesta homogénea.

“Uno de los beneficios es que se pueden comparar datos más actualizados y Guatemala es parte del programa de comparación de datos. Es recomendable estandarizar estas metodologías no solo para Centroamérica, sino en un esquema mundial”, puntualizó.

¿Cuál sería su utilidad?

Gómez agregó que para los agentes económicos es de mucha importancia la homogenización de estos indicadores.

Citó como ejemplo, que el IPC de Guatemala parte de una base 2010, pero el de Honduras es de 1999, por comparación, el año de referencia ya no es comparable. La importancia, es que, al comparar las inflaciones, por el año de referencia, el poder estadístico de las investigaciones va menguando, y los índices se van haciendo viejos, en el sentido de que ya cubrieron su vida útil, y es necesario actualizarlos.

Para un inversionista le es de utilidad, si desea indexar ciertos precios en la región. Si en un país la inflación está en 10%, pero en otro está en 5%, ¿se preguntará si establece precios diferentes o idénticos.

También es importante para definir políticas comerciales, en el sentido de que si se observa un aumento en la división de alimentos en toda Centroamérica y República Dominicana, que están dentro de políticas de Tratados de Libre Comercio y mercados comunes, se pueden aplicar maniobras de política común, como compras en bloque, para bajar los costos.

En tanto, el presidente de la banca central afirmó que “la idea central de detrás de un IPC armonizado es contar con un indicador que permita realizar comparaciones intrarregionales y que proporcione una medida homogénea de inflación entre los países de una región específica”.

La experiencia internacional ha demostrado que una medida ésta es de utilidad en economías integradas completamente, como es el caso de la Zona del euro, en donde la política monetaria para toda la región está determinada por el Banco Central Europeo, condición que no se cumple para el caso de la región de Centroamérica y República Dominicana, concluyó.

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ESCRITO POR:

Urias Gamarro

Periodista especializado en macroeconomía, finanzas públicas e infraestructura, con 20 años de experiencia en medios radiales, impresos y digitales.