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Alto: Se necesita vacuna para la “desinfondemia”, en tiempos del covid-19

Hay que ser cautelosos antes de compartir cualquier tipo de noticia en las redes sociales. Especialistas aconsejan verificar la información en sitios con credibilidad.

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Usuarios de las redes sociales transmiten mensajes que muchas veces no están verificados. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Usuarios de las redes sociales transmiten mensajes que muchas veces no están verificados. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Noticias que aseveran que beber agua con limón y jengibre o hacer gárgaras con agua tibia y sal ayudan a prevenir el contagio del covid-19; que responsabilizan al 5G de propiciar la propagación del nuevo coronavirus o que afirman que este fue creado en un laboratorio secreto en Wuhán, China, son algunas de las informaciones que se comparten con gran constancia y rapidez en las redes sociales, de donde llegan a todo tipo de audiencias, pero que, en realidad, son falsas.

¿Cómo detener el avance de este tipo de noticias, conocidas como fake news, así como las distorsionadas, erróneas o imprecisas en estos tiempos de pandemia?

Curas falsas del coronavirus, consejos peligrosos para la salud hasta teorías conspirativas son algunas de las noticias que difunden de forma irresponsable no solo usuarios de las redes sociales, sino también algunos medios de comunicación, conducta que pueden interferir con la respuesta efectiva del sistema de salud, al recrear confusión, desconfianza y temor, señalan especialistas.

Héctor Salvatierra, secretario de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, refiere que las fake news en época de pandemia fomentan la desorientación colectiva, al generar expectativas alejadas de la realidad, ya sea porque aluden a posturas fatalistas o porque anuncian, sin sustentación científica, paliativos o avances en las investigaciones en torno al covid-19.

El periodista, investigador y consultor en proyectos de Comunicación, Seguridad y Educación Luis Assardo expone que desde hace varios años se habla de la “infoxicación”, y desde que se declaró la pandemia se originó una avalancha imposible de contener. Solo en este mes Google ha detectado que la palabra coronavirus ha sido mencionada más de mil 600 millones veces en medios noticiosos. En Guatemala aparece indexada más de 120 mil veces en medios nacionales — 92 mil, en Prensa Libre— .

La doctora Albertina Navas, directora general de Comunicación de la Universidad del Valle de Guatemala, cita el artículo Desinformación en tiempos de pandemia: tipología de los bulos sobre covid-19, en el que se afirma que en estos tiempos seis de cada 10 noticias falsas abordan temas de ciencia y salud, sobre todo, desde los ángulos de prevención, y que 70% de las fake news proviene de fuentes anónimas o suplantadas. Eso significa que fue fácil reconocer que esas noticias eran falsas.

“No es aceptable que compartamos información de fuentes anónimas y esto pasa mucho en WhatsApp”, dice.
Hay casos de fuentes suplantadas, que emulan a la fuente oficial, especialmente en redes sociales, pero tienen algún rasgo distintivo menor.

En muchos casos, estas cuentas usan una línea gráfica muy parecida a la fuente original y, por eso, la gente se confunde, agrega Navas.

León Hernández, periodista e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela, en la conferencia virtual que dictó el martes último, Fake news en tiempos de infodemia, organizada por la Sociedad Interamericana de Prensa, indicó que esas manipulaciones se conectan con las emociones del usuario, por lo que se debe dudar y evitar viralizar algo que parezca demasiado sorprendente, indignante o deseable, pues se le da fuerza a la circulación de falsedades en las redes sociales. “En esa duda no debe haber tanta necesidad de inmediatez de compartir el contenido. Hay que verificar de donde se originó. La responsabilidad del ciudadano es encontrar vías para triangular lo que consume y comparte”, dijo.

Ramiro MacDonald, semiólogo, catedrático universitario y doctorando en Comunicación Social, explica que los usuarios de estas noticias se han convertido en prosumers; es decir, productores y consumidores de información. El contenido engañoso o falso es fabricado por alguien y, al circular por redes sociales, se crea un círculo vicioso porque el prosumer replica las fake news en segundos, que pueden llegar a ser virales. Una noticia falseada, generalmente, es muy llamativa, con titular escandaloso o sensacionalista, añade Macdonald.

La mayoría de personas no están acostumbradas a analizar lo que leen en medios informativos. Es raro el lector que busca informarse por dos o tres fuentes, o que somete al escrutinio la noticia. Lee solo el titular y la entrada —lead— y la comparte, sin analizar su contenido ni las fuentes. El problema es que “hoy no tenemos tiempo para confrontar si la información es falsa o verdadera, especialmente con la saturación de información que se recibe a diario por todos los medios”. dice MacDonald.

Para reconocer medios que no son los verdaderos hay que prestar atención a los titulares engañosos con noticias tremendamente manipuladoras, así como en los colores parecidos, logotipos pixeleados, fotografías sin alta definición o noticias sin fuentes, entre otros, añade.

Los fabricantes de noticias engañosas o manipuladas buscan lograr impactos o clics en sus medios, con el fin de vender espacios a agencias de publicidad, a las cuales, muchas veces, no les interesa cómo se ha conseguido estas audiencias, expone.

Según un foro organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en Tailandia sobre fake news, en mayo último, Facebook había reportado, solo en abril, cerca de 50 millones de contenidos relacionados con covid-19, etiquetados con la advertencia de desinformación. Por su parte, Twitter había llamado la atención a 1.5 millones de usuarios por difundir información falsa, y cerca de 18 millones de correos que contienen información sobre el coronavirus fueron bloqueados por Google en Gmail. “Mientras cualquiera puede ser creador de contenido en esta era digital, los periodistas profesionales ponen a prueba su experiencia, ética y responsabilidad”, se indicó.

 

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Ponen en riesgo la salud

Según el reporte Understanding the infodemic and misinformation in the fight against covid 19, de la Organización Panamericana de la Salud, la “infodemia” es una saturación de desinformación, precisa o no, que dificulta a las personas encontrar fuentes confiables y fidedignas.

La desinformación en una pandemia puede afectar negativamente la salud, pues genera ansiedad y depresión, además de que agota y abruma, lo que dificulta el cumplimiento de tareas cotidianas. La mayoría de esta información está basada en teorías de la conspiración que pueden ser absorbidas rápidamente y favorecer un cambio en la conducta de las personas y llevarlas a correr graves riesgos.

Una inmensa cantidad de información es producida y compartida en todo el mundo por lo que llega a millardos de personas. Cualquiera puede escribir o publicar en la web, en especial en redes sociales, porque no hay control en lo que se publica.

La Unesco señala otro ejemplo del perjuicio de la desinformación: promover la administración de medicamentos, aprobados para otros propósitos, cuya efectividad no ha sido clínicamente demostrada para tratar el covid-19.

Las noticias falsas ponen en riesgo la salud de las personas, porque si alguien sigue de manera concreta algunas sugerencias de prevención que no responden a evidencia científica, podrían tomar una decisión equivocada y afectar su salud. Esa falsa sensación de seguridad hace que las personas salgan a la calle sin la suficiente protección y no solo se contagian, sino que contagian a otros, destaca Navas.

Por qué se comparten

“Quienes comparten este tipo de desinformación y cualquier otro mensaje erróneo son movidos por un reflejo. Algunos creen brindar un servicio, al considerar que son portadores de ‘buenas nuevas’; otros, se identifican con la idea que replican y no reparan en si están transmitiendo algo verdadero o falso. Sin duda, padecen ansiedad, ese impulso que afecta a quien comparte de inmediato un mensaje sin antes leerlo o escucharlo, y sin verificar si el contenido y la fuente son reales”, dice Salvatierra.

“Quienes crean las fakes news se aprovechan de lo que la gente quiere oír o leer. Es usual que la sociedad reaccione frente a una mentira y crea en ella, aunque la verdad haya sido dicha por la instancia correspondiente”, añade.

Assardo plantea que en el momento en que llega una información no verificada a las manos de alguien que ignora del tema puede creerlo, identificarse o validar algo que ha pensado previamente. Entonces, necesita compartirlo en su círculo de confianza, de la misma forma en que le llegó. “A estas alturas la mayoría de grupos de WhatsApp o Facebook son burbujas de pensamiento homogéneo”, subraya. Lo peor es que quienes se cuestionan a sí mismos y buscan información no la encuentran, o se enfrentan a una avalancha de datos imposible de digerir, puntualiza.

Una persona expuesta a esta desinformación podría tomar decisiones erróneas que la lleven a un contagio, a arriesgar su vida o empeorar su condición de salud.

Hernández indica que los ritmos de la ciencia para encontrar soluciones certeras y fidedignas en torno al covid-19 son lentos y las personas, cuando no hallan respuesta a sus interrogantes, apelan a teorías conspirativas, al pensar que tienen que conseguir una cura milagrosa y se olvidan de esperar por una voz científica en la materia. “El conglomerado social presiona, se exacerba y busca respuestas desde abajo para llenar ese vacío, a donde penetran con facilidad rumores y noticias falseadas. Una vez la persona aprende a manejar sus miedos, el mensaje se vuelve más inofensivo”, dice.

Recomendaciones

Salvatierra recomienda seguir a medios acreditados, tanto nacionales como internacionales. Cuando la información llega desde un medio desconocido, es prudente atender las reacciones, no promoverlas, agrega. “Lamentablemente, con la irrupción de las redes sociales, muchos medios no han podido o no han sabido reinventarse y han dejado que las noticias falsas seduzcan a la gente”, dice.

“El ejercicio periodístico implica transmitir verdades y con ese fin debe buscar y verificar la información, apoyarse en fuentes confiables y publicar cuando tenga certeza de los hechos”, dice.

Assardo refiere que desde que inició la crisis sanitaria a nivel global, a causa de la pandemia, empezaron a difundirse una gran cantidad de bulos —noticias falsas propaladas con algún fin— que han sido desmontados por las organizaciones de fact checking —comprobación de datos—. Entre estos, se han detectado aquellos que tienen una intención política, para favorecer o atacar gobiernos u organismos de salud.

Desde que no existen estándares oficiales, hoy cualquier persona inexperta puede montar una página de fanes en Facebook y llamarse medio de comunicación. Peor aún, por postear en medios sociales llamarse periodista, dice Assardo.

Lamentablemente, esto se hace más difícil de identificar al momento de leer algo en internet. Entonces, lo que sugiere el especialista en Comunicación es buscar autores de los artículos, determinar quiénes son los miembros del medio y si en internet, por ejemplo, Google, son mencionados por otras personas o medios. Si es un medio validado en Google, aparecerá un panel con información general. Si este es anónimo, de reciente creación y solo publica contenido con una agenda notoria, es posible que se trate de uno falso.

Cinco engaños populares

Según International Fact-Checking Network, estas son las noticias falsas más populares de las cinco mil que han desmentido en los últimos meses en torno al covid-19:

  1. El papa Francisco pidió a fieles colocar un pañuelo blanco en las puertas de sus casas para protegerse de la pandemia.
  2. Autopsias revelaron que el covid-19 es provocado por una trombosis, por lo que debe tratarse con antibióticos.
  3. Video de la supuesta viróloga y activista antivacunas Judy Mikovits en el que hace afirmaciones sobre el nuevo coronavirus sin evidencia científica.
  4. El catedrático de la Universidad de Harvard Charles Lieber fue arrestado por desarrollar y vender el covid-19 a China.
  5. Video de cadáveres de víctimas de la pandemia lanzados al mar en varios países.

Fines maliciosos

Los beneficios de producir fake news pueden variar, desde obtener notoriedad y validación hasta popularidad. A nivel comercial, se trata de alguien que vende un producto que ofrece curar o prevenir el contagio y quiere engañar a los compradores.

Las noticias falsas alimentan el morbo y ponen en riesgo a las personas, pero lo más grave es que eclipsan información precisa que fuentes autorizadas buscan socializar, precisa Assardo.

Miguel Ángel Mendoza, Security Researcher de Eset Latinoamérica, recomienda que si no se tiene la certeza de la veracidad de la información es mejor evitar compartirla. “De esta forma se rompe la cadena de desinformación y contribuimos a que menos personas puedan verse afectadas”, añade.

Según Mendoza, hay varias razones para la difusión de los distintos tipos de fake news. Una de las más comunes son las ganancias que les generan a los creadores de este contenido apócrifo, mediante la monetización de visitas a sitios. Con la divulgación de las fake news, además, se obtienen ingresos por publicidad, y no todos los actores que muestran publicidad en sitios web son responsables.

Asimismo, mientras algunos buscan obtener beneficios políticos o reconocimiento, otros emplean estas notas desde frentes como el cibercrimen, o simplemente para propagar engaños y bromas virales. Mendoza señala que no siempre es posible identificar el origen del contenido apócrifo, ya que, si los creadores de dichas campañas pudieran ser identificados, es probable que hayan cometido algún delito de acuerdo con las legislaciones de cada país.

Se trata de un tema complejo, pues hasta se han hecho referencias a la violación de la libertad de expresión, cuando alguien se ha visto privado de la posibilidad de publicar avisos con cierto punto de vista, aunque sea falso. Por otro lado, los medios y líderes de opinión juegan un papel igualmente importante, porque muchas veces son los emisores iniciales de la información. Si esta resulta falsa, al no tener fundamento científico, se convierten en una fuente poco confiable, añade Mendoza.

Los bulos sobre cómo prevenir y curar esta enfermedad es “la falacia más peligrosa porque la gente está asustada y se lanza a probar cualquier remedio que le pueda ser útil”, señala Cristina Tardáguila, directora adjunta de International Fact-Checking Network en el Instituto Poynter, proyecto internacional conformado por periodistas de 45 países y que se encargan de verificar la veracidad de la información, “Y todos los métodos que hemos analizado al respecto son, en el mejor de los casos, inofensivos. Pero también hay tóxicos, muy peligrosos”, añade. Algunos de los falsos tratamientos identificados hasta el momento, desmentidos por las autoridades sanitarias, son el consumo de infusiones o vitaminas —ineficaces contra este patógeno—, falsas vacunas —inexistentes hasta el momento— y la ingesta de soluciones basadas en lejía —tóxicas bajo cualquier circunstancia—.

Papel de los medios

La Federación Internacional de Periodistas hizo un llamado en marzo a los medios de comunicación para informar de manera responsable y evitar crear pánico injustificado que pudiera empeorar la situación. “El papel de los medios es brindar a los ciudadanos información precisa, verificada y objetiva para evitar el sensacionalismo que pudiera generar pánico y temor”, recomienda esa federación. Los medios deben divulgar información de fuentes científicas confiables y evitar la especulación.

Para la Unesco, el periodismo es clave para proporcionar información fidedigna en medio de esta amplia “infodemia”, a fin de combatir los mitos y rumores. Sin la acción del periodismo, el contenido falso puede expandirse de manera desenfrenada.
“La mayor recomendación que podemos hacer como periodistas es que las personas nos tomen como aliados al momento de buscar información de manera veraz, oportuna y precisa, en medio de esta situación de pandemia. Somos los únicos que podemos dar coherencia al tratamiento informativo para que las personas puedan conseguir de primera mano información creíble, verificable y contrastable”. explicó Hernández.

Por si fuera poco y aprovechando la desestabilización informativa actual, Mendoza refiere que desde el Laboratorio de Investigación de Eset se identificó una gran cantidad de campañas de malware —programa malicioso— y phishing —métodos engañosos para obtener información confidencial del usuario— que hacían alusión al covid-19, como suele ocurrir con temas de actualidad y de interés. Una de las campañas de engaños en torno a las medidas de confinamiento prometía obsequiar barriles de cerveza o alimentos.

Lamentablemente, insiste Mendoza, las noticias falsas pueden causar perjuicios en distintos ámbitos; por ejemplo, las campañas maliciosas buscan robar información y atentar contra la privacidad, la seguridad de la información e, incluso, el patrimonio de los usuarios, con la finalidad de generar un beneficio económico a sus perpetradores.

El especialista señala que, en ocasiones, las noticias falsas provienen de un contacto de confianza, lo que también influye para no validar o verificar, tanto la fuente como la información.

Hace poco, el presidente de EE. UU., Donald Trump, sugirió en un discurso que debido a que los científicos encontraron una vacuna contra el VIH, podrían desarrollar pronto una contra el covid-19. El problema es que no hay vacuna contra el VIH y la ciencia aún parece encontrarse en etapas tempranas de ensayos para una inmunización contra el covid-19, recuerda Tardáguila.

El hecho de que una persona sea conocida en un ámbito no significa que puede opinar en todos los temas, afirma Navas. “Un autor, cantante o influencer no tiene ningún tipo de autoridad científica o moral en un campo que no sea aquello que conoce con solvencia”, agrega.

Macdonald hace un llamado a la serenidad y a la mesura de los usuarios de Internet, porque es muy fácil que, por el impacto emocional que causan en nosotros ciertas noticias escandalosas, podríamos convertirnos en cómplices de viralizar falsas informaciones y crear pánico social.

La predicción del panorama no es alentador, por lo que debemos blindarnos y vacunarnos ante esta pandemia de fake news, que se extiende cada vez más rápido. Según el estudio Fake news: desinformación en la era de la sociedad de la información, de la Universidad de Sevilla (2019), en el 2022 el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas, y no habrá suficiente capacidad ni material ni tecnología para eliminarlas.