Remembranzas

Remembranza: Héctor Mario Montano Paz

A los 16 años, Héctor Mario Montano Paz perdió a su padre, por lo cual distribuyó su tiempo entre los estudios y la responsabilidad de sacar a la familia adelante, meta que consiguió con mucho éxito.

“Fue un hombre muy sereno, con mucho carácter y coraje, por eso siempre se levantaba de los problemas”, afirma su hijo, Juan Antonio. “Además, con tantas responsabilidades, no sé cómo hacía para tener tiempo y leer sobre historia, literatura, arte y disfrutar de la música de Edith Piaf”, agrega.

Sin duda su pasión por el conocimiento lo convirtió en un hombre polifacético, capaz de entablar una conversación con cualquier persona y hablar con propiedad de hechos históricos, así como de temas triviales, según su hijo. Sus amigos y familiares coinciden en que la humildad y la ética eran sus valores más destacados, y no obstante sus logros siempre tuvo presente que la grandeza del humano radica en esas virtudes.

Por el mundo

Sus prácticas como estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos (Usac), las efectuó en distintos tribunales, lo que le permitió desempeñarse en varias áreas, que lo llevaron a enriquecer su acervo cultural mediante sus vivencias en otros países.

Fue designado por el general Miguel Ydígoras Fuentes como agregado cultural en México y después fue enviado como secretario de la Embajada de Guatemala en Montevideo, Uruguay.

Por medio del Colegio de Abogados obtuvo una beca para estudiar Derecho Administrativo en la Universidad de la Sorbonne, París, ciudad que sirvió de escenario para su boda con Mary Elizabeth Melville Novella, con quien compartió casi cinco décadas de matrimonio. A su regreso, empezó a edificar una carrera sólida especialmente en el Derecho Administrativo.

Fue asesor jurídico de varias empresas, entre estas, la Cervecería Centroamericana. Posteriormente fue contratado por el ingeniero Estuardo Novella Camacho como abogado de Cementos Progreso, donde se desempeñó por más de tres décadas y llegó a ocupar el puesto de vicepresidente.

Su afición

Su hermana Julia recuerda que siempre demostró gran afición por el deporte. Practicó futbol, squash, remo, ciclismo y atletismo. Con esta última disciplina participó en varias maratones de Berlín, Atenas, París y Boston. “Era el hombre más disciplinado que yo he conocido, se levantaba a las cuatro de la mañana y corría entre 20 y 25 kilómetros diarios”, recuerda su hijo.

Lección de vida

Según Juan Antonio, su padre afrontó con gran valentía y coraje su batalla contra el cáncer. “Empecé a observar la lucha que enfrentó con mucha serenidad y sin temor, así me enseñó cómo se debe morir”, expresa. Durante su enfermedad nunca perdió el sentido del humor que siempre lo caracterizó.

Finalmente, su corazón lentamente dejó de latir, el 31 de diciembre recién pasado. Dejó un gran vacío en la familia, que intenta vivir con su ejemplo.

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