Revista D

Arnoldo Gálvez Suárez: Una mirada danzante sobre el dolor y los afectos

Luego de haber representado al país en España recientemente, el autor conversa sobre su último libro, con el que suma 14 años de una labor que escarba en las poéticas que surgen de la idiosincrasia guatemalteca.

Arnoldo Gálvez Suárez

El autor guatemalteco lleva más de 10 años publicando historias vinculadas a la idiosincracia que emana de Guatemala. (Foto Prensa Libre: Cortesía Arnoldo Gálvez Suárez)

De manera anecdótica, cabe recordar cómo en el 2009, luego de hacerse con el Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo, el guatemalteco Arnoldo Gálvez Suárez confesaba a este medio que su llegada a la escritura “había sido tardía”.

Indistintamente de lo que hoy podríamos pensar del supuesto peso que tiene la edad frente a una creación meritoria, el hecho es que, con tan solo 26 años, Gálvez Suárez había logrado estremecer a un jurado de expertos en literatura luego de haber enviado el manuscrito de Los jueces, una primera novela en la que el joven autor desmembraba poéticamente la relación de la sociedad guatemalteca con su violencia inscrita.

A sus entonces 26 años, Gálvez Suárez había encontrado su voz en el mundo, luego de varios tropiezos artísticos en su formación plástica y musical. No obstante, lo que generó la presea del
concurso Mario Monteforte Toledo fue, con el paso de los años,  el primer acercamiento al vasto territorio de Gálvez Suárez en el que por más de una década han bailado traumas, anhelos, recuerdos, afectos y visiones filosóficas que moldean la Guatemala contemporánea.

Catorce años después de su primera novela, Arnoldo Gálvez Suárez se encuentra de regreso en el país, luego de una gira por España, donde durante el último mes ha compartido sobre sus experiencias literarias. De la mano de ese transitar con palabras, el autor celebra este mes la publicación de Alguien bailará con nuestras momias, su más reciente novela, concebida en una época de miedo como lo fue la pandemia por covid-19.

En su nuevo libro, compuesto por tres novelas, el guatemalteco colisiona imágenes de dolor, pero coloreadas por experiencias de amor, lejos de su romantización. Alguien bailará con nuestras momias no es solo un libro que desencadena ideas sobre la existencia. Es, en gran medida, la consolidación de un hilo narrativo que Gálvez Suárez ha enhebrado con fibras de su propia realidad y ficción como lo ha venido haciendo desde su primera publicación.

¿Cuáles reflexiones han surgido del reciente viaje a España?

He estado en Madrid, participando en el festival Centroamérica Cuenta,  que este año está cumpliendo 10 años, en los que lo hemos visto crecer, transformarse y convertirse en un festival itinerante después de que la dictadura lo expulsara de su propio país de origen —Nicaragua —. Y todo ello, en vez de debilitarlo, lo ha fortalecido. Las bestias autoritarias y corruptas, que entienden pocas cosas, tampoco entienden que la represión y los intentos de censura a veces producen el efecto contrario.

¿Qué reflexiones ha logrado vislumbrar luego de la publicación de Alguien bailará con nuestras momias?

Este libro me ha servido como una especie de bisagra. Por una parte, completa un ciclo que comenzó hace 14 años, con la publicación de la novela Los jueces, en el 2009, y a la que siguieron La palabra cementerio, un libro de cuentos publicado en el 2013, y Puente adentro, otra novela, publicada en el 2015. En estos libros había cierta coherencia no solo temática, sino estilística.

Sobre todo en los últimos dos, los personajes eran incapaces de escapar del pasado y ese pasado no solo era el suyo, individual, el de los sucesos particulares q ue formaron sus personalidades, sino el pasado colectivo, de cuya mandíbula no pueden escapar. Además, tanto en Los jueces, como en La palabra cementerio y Puente adentro, había un interés casi obsesivo por fabricar artefactos narrativos que permitieran doblar el tiempo, que el pasado y el presente ocurrieran simultáneamente, que fuera difícil distinguir entre las causas y las consecuencias de un mismo trauma.

Algo de todo ello, en términos de argumento y estructura, permanece en las tres piezas narrativas que forman Alguien bailará con nuestras momias, pero hay un nuevo interés, mucho más vital que intelectual o estilístico; nunca había echado mano de asuntos tan íntimos y personales para inventar ficciones.

Esto no quiere decir que sea un libro confesional o de autoficción, productos literarios que no me interesan, y es probable que incluso las personas que mejor me conocen sean incapaces de encontrar lo personal en estos relatos, pero sí supuso un cambio importante para mi propia escritura dejar de hurgar en las vidas de otros y en la historia, y comenzar a mirarme a mí mismo. Quizá todo esto tenga que ver con que este libro fue escrito durante la pandemia y que la muerte nos andaba respirando a todos en la nuca.

La publicación se compone de tres novelas. ¿Por qué establecerlo así?

Podrían también ser tres cuentos muy largos. ¿Quién establece los límites de los géneros? Estas eran piezas narrativas demasiado largas para ser consideradas cuentos y tampoco presentaban argumentos contenidos, perfectamente tensados, como suelen ser los buenos cuentos, sino que se explayaban, permitían la pausa reflexiva, combinaban tiempos. El pasado y el presente, otra vez, ocurrían simultáneamente. De modo que decidí llamarlas novelas, aunque cada una no tenga más de 70 páginas.

Arnoldo Gálvez Suárez
En su más reciente libro, desarrollado a partir de la pandemia por covid-19, Arnoldo Gálvez Suárez explora el amor y lo fatídico. (Foto Prensa Libre: Cortesía Sophos)

¿De cuáles experiencias partió el desarrollo del libro?

Si tuviera que buscar un engrudo temático que mantenga unidas estas tres novelas, diría que son fábulas reflexivas y melancólicas sobre la muerte, pero no la muerte con mayúsculas, el tema de temas, la madre de todas las angustias, la gran preocupación filosófica, sino la muerte callada, discreta, casi resignada de un señor que la espera sin demasiados dramas, o de una señora que perdió la tirada de dados contra una enfermedad. Y me acerqué a esa clase de muertes, haciendo todo lo posible por dejar de lado toda grandilocuencia romántica y, en cambio, lo hice, o intenté hacerlo, con algo de cinismo, incluso de humor.

¿Qué tanto cobran fuerza el dolor, el tiempo y la existencia en las nuevas historias que revela?

Toda literatura se ocupa de esos temas. Es difícil concebir escrituras en cuyo centro no se encuentre el dolor, el tiempo, la existencia misma, etcétera. En el caso de este libro, agregaría el amor.

En sus publicaciones anteriores, Guatemala se convierte en otro personaje. ¿Qué tanto se aproxima a esta territorialidad en Alguien bailará con nuestras momias? ¿Varía respecto de los pasados libros?

No creo que Alguien bailará con nuestras momias sea un libro “sobre” Guatemala, como quizá sí lo es Puente adentro, por ejemplo. Pero yo vivo en Guatemala, escribo aquí, y no concibo historias ni personajes que no estén, de alguna forma, amarrados al país.

Es decir, el paisaje en el que ocurren las historias y la idiosincrasia de los personajes son perfectamente reconocibles por un lector guatemalteco. Esto se nota sobre todo en la primera novela, que ficcionaliza libremente, sin pretender ninguna clase de apego a la realidad, un crimen ocurrido en Guatemala hace casi 15 años y que permanece en la memoria de todos, no solo por la indignación y desconcierto que nos produjo, sino porque fue cubierto por todos los periódicos del mundo. Y no, no es el caso Rosenberg.

Arnoldo Gálvez Suárez
Gálvez Suárez entró a la escena literaria con tan solo 26 años. Más de una década después ha representado a Guatemala en festivales de Europa y Latinoamérica. (Foto Prensa Libre: Cortesía Sophos)

En septiembre estuvo de viaje por España vinculado al festival Centroamérica Cuenta. ¿Cómo se percibe Guatemala desde esa latitud? ¿Cuáles son las nociones literarias y narrativas que se tienen del país?

Hay muy pocas nociones literarias y narrativas. Asturias es un nombre que asoma con frecuencia como el autor de El señor presidente, pero no de portentos narrativos como Mulata de tal y Hombres de maíz. Monterroso también. A partir de allí hay importantes lagunas en la historia literaria del país. Cuánto quisiera que novelas como El tiempo principia en Xibalbá, de Luis de Lión, o En el filo, de Marco Antonio Flores, encontraran renovados lectores no solo en esta orilla del idioma, sino en el resto de América.

Eso es precisamente lo que permiten estos festivales, ir soltando esos nombres, ir poniéndolos en circulación, aunque sea de boca a boca y de mano en mano. La literatura guatemalteca contemporánea está bastante bien representada en estos circuitos por nombres como los de Rodrigo Rey Rosa y Eduardo Halfon, cuyos libros circulan con  mayor facilidad.

“Es difícil concebir escrituras en cuyo centro no se encuentre el dolor, el tiempo, la existencia misma, etcétera”. Arnoldo Gálvez Suárez

Hablando de territorios y literatura. ¿Cómo se logra encontrar la poética desde un país tan lastimado como este?

Bueno, supongo que ese es precisamente el trabajo de la poesía: encontrar la flor que sabe florecer en las letrinas o en las fosas comunes. La herida, la derrota y el trauma, por fortuna y por desgracia, son buenos aliados de la literatura.

¿De qué manera cree que en el ejercicio de la escritura se puede evitar la revictimización histórica de un territorio que sobrevive a pesar de sus fracturas?

No creo que la literatura tenga esa capacidad, ni para prevenir una cosa ni para provocar la otra. No está para eso. La literatura puede ocuparse de la política, de la historia, de la sociedad, pero no está a su servicio ni subordinada a ellas. La literatura solo se sirve a sí misma.

¿Cuál es la distinción que hace de la ficción y la no ficción? ¿Cómo es el límite que reconoce entre ambas formas?

A veces pienso que, en el momento de aterrizar en la página, toda experiencia sometida al rigor del lenguaje se convierte en una forma de ficción. Incluida esta entrevista.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.