Mientras visitamos a Hernández, una pareja de adultos mayores se aproxima al local para ver una de las pantallas que se ubican en la entrada. “Así es como la que tengo en la casa, pero le empezó a salir una mancha gris”, explica el visitante al técnico. Sin dudar un momento, el técnico le responde que se trata de un error de magnetismo. “Tráigamela y aquí la veo”, le dice convencido al hombre. Mientras esto sucede, dos jóvenes se acercan a la isla de artefactos. Han llegado para preguntar el costo de reparación de un televisor.
Los días en este refugio se nutren de visitas, arreglos y la búsqueda de repuestos. “Conforme van viniendo los aparatos se tienen que ir revisando de inmediato para que puedan salir el mismo día. Pero hay algunos que se pueden ir quedando porque a veces no hay quien distribuya el repuesto. Las tecnologías han cambiado y se complica encontrar nuevos. Muchas veces por las mañanas salgo a buscarlos”, explica Hernández.
Es difícil ponderar el poder que tiene este hombre de 52 años para aplacar incertidumbres y devolver a sus clientes esa satisfacción que por décadas ha ofrecido el invento de la televisión. Dicha capacidad transformadora surgió en los primeros años de Hernández.
“Desde que se arruinó el primer televisor en mi casa, cuando tenía 16, me ha parecido muy bonito encontrar los defectos en estos aparatos y revivirlos”, recuerda. Cuenta que inició su labor como técnico en electrónica en 1999, luego de haber sido indemnizado de una empresa.
Esto lo llevaría a instruirse en el oficio de la reparación a partir de cursos técnicos que recibió en un extinta academia de electrónica ubicada a un costado del Palacio Nacional de la Cultura. Además de las clases, su curiosidad lo llevó por el mundo informático leyendo enciclopedias que mandaba a traer de Estados Unidos.
Tras 23 años dedicándose al rescate de televisores, Hernández asegura que para él ese artefacto no se explica de una sola manera. “Para mí significa trabajo, pero también lo veo como un medio de información, comunicación y entretenimiento. Es una oportunidad para descansar y saber más”, expresa.
La televisión también ha representado para él un reconocimiento de la transformación capitalista global y con ello el consumo y la constante actualización de tecnologías sobre las que debe seguir aprendiendo.
Asegura que habitar un mundo sin televisores ya parece imposible. Aun cuando varias plataformas como Netflix o YouTube han ido desplazando la mirada hacia los celulares, tanto Hernández como otras miles de personas no dejan de insistir en la trascendencia de la TV.
A pesar del avance tecnológico, para muchas personas resulta inevitable no concebir la televisión en su cotidianidad. Al menos en Guatemala este medio se ha enraizado en la idiosincrasia del país durante las últimas décadas, desde que se llevó a cabo la primera transmisión televisiva en 1955.
Con los años, la adquisición de estos artefactos ha ido en aumento. El último censo poblacional efectuado en el 2018 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reveló que el 71 por ciento de los hogares guatemaltecos contaba con un televisor. De esta cifra, un 55 por ciento correspondía a servicio con cable. Datos del INE indican que se censó 14 millones 901 mil 286 viviendas.
¿Por qué ha llegado a capturarnos tanto la TV? Quizá sea por la facilidad que tiene de auto referenciarnos o como diría el investigador en Ciencias políticas Giovanni Sartori, en su publicación Homo videns. La sociedad teledirigida: “(…) la televisión nos permite verlo todo sin tener que movernos: lo visible nos llega a casa, prácticamente gratis, desde cualquier lugar”.
Huella en la historia
La importancia de la existencia y el desarrollo de este medio de comunicación llevó a que en 1996 la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) declarara el 21 de noviembre como el Día Mundial de la Televisión, luego de haberse gestado el I Foro Mundial de la Televisión. En dicho encuentro se elaboró un análisis sobre los aportes transformativos del medio televisivo en la sociedad.
Al final del foro, la ONU reconoció este medio como una “herramienta importante de orientación, canalización y movilización de la opinión pública”, así como un formato con poder de impacto en las decisiones y asuntos políticos. El establecimiento del Día Mundial de la Televisión llegaría 96 años después de haberse propuesto la palabra “televisión”, la cual es una combinación de vocablos en latín y griego que significa “visión lejana”.
En 1900, el físico ruso Constantine Perskyi pronunció por primera vez este término en el Congreso Internacional de Electricidad de París. Antes de aquel año ya se habían acumulado descubrimientos que sumarían a las posibilidades tras lo que hoy hemos entendido como el sistema de transmisión de TV.
Los avances para llegar hasta su creación dieron sus primeros frutos en 1873 con el descubrimiento de la fotoconductividad del elemento químico selenio, lo cual se complementaría en 1884, cuando Paul Nipkow diseñó un disco que tenía la facultad de transmitir imágenes en movimiento.
Décadas después, en 1923, el físico estadounidense Vladimir Kosma Zworykin creó el iconoscopio, un dispositivo que podía captar las imágenes. A esta propuesta se añadiría el invento del tubo disector de imágenes, desarrollado por el ingeniero de radio de EE. UU. Philo Taylor Farnsworth. Durante 1923 estos descubrimientos consolidarían el primer prototipo televisivo que fue mejorado por el inventor escocés Baird, quien además perfeccionó el disco de Nipkow para la transmisión de imágenes.
Asimismo, Baird desarrolló un sistema mecánico televisivo en el cual incorporó rayos infrarrojos para que el artefacto pudiera percibir imágenes en la oscuridad. De esa cuenta, y concretado el aparato, llegaron a efectuarse las primeras transmisiones. La primera tuvo lugar en 1926, y dos años más tarde se llevó a cabo otra a lo largo del océano Atlántico desde Londres, Inglaterra, hasta Nueva York, EE. UU. En 1929 la BBC presentó sus primeras transmisiones de imágenes. No obstante, no fue sino hasta diciembre de 1930 que audio y video se transmitieron de manera simultánea.
De acuerdo con la Enciclopedia Británica, la televisión es un sistema que envía imágenes en movimiento y sonido desde una fuente a un receptor. Cabe mencionar que el mejoramiento de este sistema ha sido progresivo. En la actualidad, el servicio de la televisión puede encontrarse en un multiformato, ya sea por ondas de radio terrestres, a lo largo de cables, a través de satélites y también por internet.
La presencia y consumo de la TV aumenta en dimensiones globales. Datos publicados por el portal Statista, que reúne estadísticas e informes globales, señalan que para el 2021 había un estimado de mil 720 millones de hogares con televisores en todo el mundo. Agrega que la cifra aumentará para el 2026, cuando sean más de mil 800 millones.
Hasta la fecha, el consumo del servicio a nivel global suele responder en su mayoría al servicio por TV digital, terrestre y abierta. Se calcula, además, que para el 2026 el número de hogares con servicios de televisión por protocolo de internet (IPTV, por sus siglas en inglés) superará a los que solo cuenten con TV por cable digital. El IPTV es un servicio que ofrece contenido audiovisual a través de internet, en lugar del cable o TV abierta.
Formas de reflejar y entender la sociedad
En este punto resulta innegable asociar el lugar que ocupa la televisión en el imaginario de las sociedades. El desarrollo de esta tecnología no sería lo que hoy entendemos si no existiera su inmensa demanda histórica que responde a un principio básico de comunicación, donde la TV opera como emisora y la audiencia como receptora. De acuerdo con Ricardo García Santander, productor televisivo con más de 25 años de especialización en el tema y gerente de Producción del canal Guatevisión, la audiencia es la principal razón del trabajo que se realiza en la producción televisiva.
“A ella está dirigido el contenido de cada formato de acuerdo con su perfil y características”, comparte García, al hacer ver que este público puede variar, al menos en Guatemala. “Creo que la audiencia en el país es muy diversa y cada vez más exigente. Tomando en cuenta que hay una gran variedad de formatos televisivos a los que el público en general tiene acceso por distintas plataformas, las distintas audiencias están en condiciones de decidir qué quieren consumir y cómo lo quieren hacer, ya sea a través de la televisión o de otros soportes audiovisuales”.
Para Carlos Augusto Velásquez, miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua, especializado en Investigación didáctica y autor del libro La imagen como fenómeno semiótico, la audiencia puede entenderse como “un ser pasivo que recibe influencias y ciertos mensajes que se decodifican socialmente”.
Expone que la importancia de este gran receptor supone una mejor explicación sobre lo que determina las influencias de una sociedad que por lo general puede ser moldeable a través de símbolos. La importancia detrás de esta premisa se relaciona con la experiencia de la mirada, refiere.
“Las imágenes son un reflejo de la realidad misma. Por otro lado, con las palabras se tiene el prejuicio de racionalización que no siempre refleja la realidad inmediata. Las palabras pueden convencer, pero las imágenes conquistan a las personas”, dice Velásquez.
Las imágenes pueden moldear identidades. “La televisión no es solo un instrumento de comunicación, sino también uno «antropogenético», un médium que genera un nuevo tipo de ser humano”, destaca Sartori en su libro antes citado. Se debe aclarar que los medios pueden ejercer nuevas dinámicas para comprender el mundo, en especial cuando existen carencias informativas en algunas sociedades.
“Los productos mediáticos se planifican para una masa, que de antemano se sabe con poco criterio, pero dentro de todo esto hay que aceptar que la historia evoluciona y la recepción no siempre será pasiva”, manifiesta Velásquez.
Ricardo García Santander hace énfasis en que durante los últimos años la voluntad de la audiencia por elegir el contenido televisivo ha supuesto una nueva dinámica. “Los hábitos de consumo de formatos audiovisuales han cambiado por la incorporación de nuevos soportes que nos permiten acceder a ese contenido en distintas plataformas. Hoy cada consumidor define cómo y cuándo quiere ver lo que le gusta. Esta es una realidad definitiva”, subraya.
Agrega que esta nueva modalidad ha provocado una reconfiguración en el planteamiento de los contenidos desde los mismos espacios de producción televisiva.
“Ha sido muy interesante el giro que hemos tenido que plantear en los formatos audiovisuales dentro de un canal de televisión. Hoy, cuando producimos cualquier contenido, tenemos que crear de manera paralela contenidos similares que sirvan para otras plataformas donde las audiencias ya no consumen televisión como lo hacían antes”, reconoce el productor televisivo.
De acuerdo con información publicada por Statista, el tiempo diario que consumen los adultos estadounidenses en servicios de transmisión por internet ha ganado al consumo de televisión tradicional entre el tercer trimestre del 2018 y el mismo período del presente año. Pese a ello, las proyecciones todavía posicionan a la televisión como dominante sobre los servicios de transmisión entre la audiencia mencionada.
El futuro de la TV es ahora
Internet ha sido el principal responsable de cambiar las formas de consumir televisión en el presente. De acuerdo con Alberto Toro Vielma, especializado en periodismo digital y presentador televisivo, para los canales y los medios de comunicación el no invertir en tecnología asociada con internet implicaría un gran riesgo.
“Es algo que ha potenciado el desarrollo de muchas áreas. Ahora podemos consumir una serie por un canal de streaming, más tarde conectarnos a uno nacional para ver el noticiero y por la noche pasar a YouTube para ver una entrevista que nos perdimos. Incluso en el caso de servicio de streaming existe la opción de visualizar el contenido sin interrupciones. Todo se está transformando y adaptando a nuevas tecnologías”, señala Toro Vielma.
El periodista indica que el acceso a la información se ha transformado a partir de avances como la inteligencia artificial y la diversidad de narrativas y formatos. Para poner un ejemplo menciona el éxito de las piezas verticales que refieren al formato en el que los usuarios ni siquiera deben girar el teléfono para consumir el contenido audiovisual, sino que prefieren “seguir haciendo scroll antes que girar el dispositivo”, añade.
Otros ejemplos como TikTok, Reels de Instagram o Shorts de YouTube son prueba de las nuevas formas de consumo en plataformas donde también se puede acceder a canales de televisión. Las novelas en Instagram que llegan a ser transmitidas en la sección Historias o los perfiles en redes sociales de medios de comunicación con contenido curado y graficado hablan de un nuevo futuro al alcance de todas las personas con un teléfono inteligente.
“Debemos montarnos en las siguientes paradas de este tren; de lo contrario, es posible que nos deje”, advierte Toro Vielma. La opción de no abandonar el tren de la tecnología y sus avances implica una responsabilidad para quienes generan contenido digital.
“El mayor desafío es que el usuario consuma todo lo investigado y expuesto. Para ello debe cumplir con elementos de la era digital como la multimedialidad, la interactividad e hipertextualidad. Con esos elementos se rompen los patrones de lectura”, expresa el periodista digital.
Mientras este tipo de propuestas propician nuevos alcances tecnológicos, las redes sociales siguen viéndose como un nicho importante para los creadores de contenido. Prueba de ello es que en la actualidad los principales medios de comunicación —en especial televisivos— cuentan con un despliegue no solo en grandes pantallas, sino a través de celulares inteligentes.
“Facebook es la red social con más usuarios activos en Guatemala. Es una plataforma que puede utilizarse para informar, aunque es preciso poner en valor que las redes sociales no son medios de comunicación, sino canales que utilizan los medios para redireccionar a sus usuarios hacia el sitio web estándar. (…) En otros portales como TikTok se utilizan narrativas descriptivas detrás del humor y la dramatización, y los resultados pueden verse en la interacción con millones de reproducciones y me gusta”, comenta Toro Vielma, para insistir en las nuevas formas de adentrarse al mundo de la realidad audiovisual, una que ha funcionado como componente vital de la televisión por más de nueve décadas.
