Pero vamos por partes. En el caso del caliente de piña, es un preparado típico de occidente.
En Quetzaltenango, por ejemplo, se celebra una gran fiesta en honor a la Virgen de Concepción, la cual culmina el 8 de diciembre, fecha en la que es tradicional servir esa deliciosa bebida. “Los anfitriones agradecen… y ofrecen a los visitantes un refrigerio que consiste en caliente de piña, chocolate, café o té”; como acompañamiento, chuchitos, cambrayes, enchiladas, panes con carne o tamales”, refiere el historiador Francisco Cajas Ovando en su estudio Tradiciones navideñas de Quetzaltenango, publicado en la revista Tradiciones de Guatemala, del Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos.
Asimismo, durante la tradición de “entregar” al Niño robado, a la vez que se sirve comida —sobre todo tamales de arroz—, se brinda caliente de piña, que en los pueblos del norte y del oriente del país denominan ponche de Nochebuena. “En recetas actuales, además de piña, se cuecen ciruelas pasas, pasas de uva, manzana, plátano y canela. Algunos agregan cáscaras de piña; los garífunas le añaden coco… En Panajachel y Chichicastenango, así como en lugares de occidente, se le ponen manzanillas”, expone el historiador Luis Villar Anleu en su libro La cocina popular guatemalteca: mitos, hechos y anécdotas. Todo esto se endulza con azúcar o panela.
De los dioses
El chocolate es otra de las bebidas navideñas. “Este es un aporte culinario prehispánico”, refiere Villar Anleu.
Este producto tiene una historia de más de tres mil 500 años. Los investigadores creen que fue descubierto de forma accidental cuando indígenas de América Central, que producían cerveza con la pulpa de las vainas de cacao, aprendieron a utilizar los desechos del proceso.
Esta teoría está basada en los vestigios de cacao hallados en fragmentos de cerámica que datan de los años 1100 y 800 a. C., descubiertos en excavaciones arqueológicas en las cercanías de Puerto Escondido, Honduras. Para entonces, la bebida era bastante fuerte y “en nada recordaba el sabor del chocolate que conocemos en la actualidad”, apunta Rosemary Joyce, antropóloga de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, coautora del estudio. “Trescientos años más tarde, la gente comenzó a emplear las semillas fermentadas de desecho para preparar una bebida no alcohólica que, pese a su amargo sabor, era muy apreciada”, agrega John Henderson, el otro autor.
Fue así que empezó a servirse en ocasiones especiales, tales como enlaces matrimoniales o nacimientos. A la vez, los antiguos mayas lo sacralizaron y lo usaron como moneda. “En la época prehispánica, servir chocolate o su sucedáneo, el batido de pataxte, era señal de amistad, un acto de intenso afecto que aún se mantiene. Sigue siendo el alimento de los dioses, y por eso en muchas comunidades rurales es la bebida ritual indisputable”, escribe Villar Anleu.
Este producto fue llevado a Europa por los conquistadores españoles en el siglo XVI. En esos tiempos hubo mucho recelo, así que fue hasta la siguiente centuria que fue ampliamente aceptado por la alta sociedad del Viejo Mundo.
El ponchecito
Esta bebida prácticamente es sinónimo de Navidad. Villar Anleu, citando al folclorista Celso Lara, explica que el ponche es de herencia colonial, pero que también representa la simbiosis de dos culturas, la maya y la española, ya que utiliza frutas de ambas partes del mundo.
La receta de este brebaje data del siglo XVII; para el siguiente, su consumo ya se había popularizado por todo el país.
Sus ingredientes varían en cada familia, pero la base es la piña, la manzana, las pasas, las ciruelas y la canela. Hay quienes le agregan uvas, papaya, coco, pera, mamey, miel, plátano, rosa de Jamaica y especias como clavo, pimienta negra y jengibre.
Para complementar, los adultos le agregan el tradicional piquete (aguardiente).
Otras bebidas
En Guatemala hay otros preparados tradicionales para estas fechas. En Rabinal, Baja Verapaz, hay un batido caliente de súchiles y tiste, que se sirve en una jícara (tacita), el cual suele beberse en los días en los que celebra a la Virgen de Concepción y de Guadalupe. Este se consigue en los atrios de las iglesias y ferias.
Asimismo, suele mencionarse el rompope, tradicional de Salcajá, Quetzaltenango. Está preparado a base de leche, yemas de huevo y licor. De esa misma localidad está también el caldo de frutas, el cual es una mezcla de frutas, azúcar y aguardiente.